En el caso de la pedofilia clerical: La ONU y el Vaticano

Por: Adolfo Ramírez del Águila

Felicito en primer lugar, a la jueza Roxana Chabela Carrión por su brillante artículo titulado: «El papa Francisco con su maletín de valores» publicado en este mismo diario el pasado 19 de febrero. Coincidimos en el mismo tema y complemento a lo que la magistrada de Loreto ha sustentado.
El asunto del abuso sexual de niños y adolescentes (pedofilia) de algunos miembros del clero católico, siempre será un tema delicado, complejo y más que todo vergonzoso desde dentro de la propia iglesia. Desde fuera claro, es un escándalo del tamaño de una catedral. El año pasado, al respecto, hice un comentario en este mismo diario sobre el caso del obispo auxiliar de Ayacucho, cura del Opus Dei,  Gabino Miranda Melgarejo, quién fuera acusado por familias ayacuchanas de un supuesto abuso contra menores y que ameritó la suspensión de su estado clerical por acción inmediata del Papa Francisco. El caso hasta la fecha ha quedado en el olvido, nadie sabe si el ahora ex-obispo se puso a derecho o continúa prófugo de la justicia.
Actualmente, con respecto a estos casos escandalosos de pederastia, gracias a la valiente denuncia de las víctimas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha puesto el grito en el cielo. Todo empezó cuando el papa Francisco, calificó a la pedofilia clerical como «¡la vergüenza de la Iglesia!»; y pasando de la homilía a los hechos, nombró un equipo de expertos presidido por el Arzobispo Silvano Tomasi para analizar el tema y atender a las víctimas. La Comisión eclesial entonces, se puso a derecho en el mes de enero del presente año, y se presentó ante el Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño, con sede en Ginebra. Fue la primera vez que la Santa Sede comparecía ente este organismo mundial desde que el Estado Vaticano firmó los estatutos de la Convención en 1990.
Naturalmente, este acercamiento del Vaticano, fue propicio para que la ONU recomiende mayor transparencia a la Iglesia y hacer a un lado la política del encubrimiento de los casos de pedofilia de sus ministros del culto, y más que todo, ponerlos a disposición inmediata de la justicia de cada país. La ONU también planteó el delicado tema de la reparación civil que implican estos casos comprobados y que no eran suficientes la simple suspensión del estado clerical a los acusados, sino establecer también mecanismos de compensación a las víctimas.
Este acercamiento del Vaticano, a todas luces, es un primer gran paso que hay que valorarlo como un evidente signo de disposición para ir confrontando y resolviendo estos casos. Es saludable recordar el proceso histórico de estos casos dolorosos y los esfuerzos hechos por la Iglesia, pasando de una vergüenza por los actos de los acusados a una acogida misericordiosa de las víctimas.
Todo empezó  en la década de los 90 cuando se dio los escándalos de pedofilia clerical en Irlanda. Como el Vaticano había firmado la convención de la ONU, se vió obligada a presentar un informe del cumplimiento de los Derechos del Niño en 1995, durante el pontificado de Juan Pablo II. El informe de ese entonces fue un tibio reconocimiento de estos abusos.
El caso más emblemático que se registra de esta triste historia fue el caso del mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de la Orden Legionarios de Cristo, quien en 1997 fue denunciado por sus mismos hermanos de congregación por violaciones a menores a su cargo; se descubrió posteriormente que había tenido hijos y que incluso había abusado de ellos.
Corría el año 2001 y ante la avalancha de denuncias por pedofilia de sacerdotes y religiosos en el mundo, en especial de Estados Unidos de Norteamérica, Alemania e Inglaterra, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, equivalente a un Ministerio de Justicia Vaticano, tuvo la delicada misión de encargarse de los casos de pedofilia clerical de una forma interna, aplicando la jurisprudencia eclesiástica, decisión muy cuestionada por quitar jurisprudencia a las iglesias locales.
En el 2006, el nuevo papa Benedicto XVI castiga al religioso Marcial Maciel con la suspensión de su estado clerical, ordenando una vida de retiro y penitencia. En el 2010, el papa alemán pide perdón a las víctimas de pederastia, en una carta enviada a los católicos irlandeses, y propugnó una política de tolerancia cero ante estos abusos. En el 2011 aprovechando este gesto del papa de apertura a las víctimas, los Miembros de la Red de Supervivientes de Personas Abusadas por Sacerdotes (SNAP por sus siglas en inglés) presenta ante la Corte Penal Internacional una demanda judicial contra las autoridades del Vaticano, calificando el abuso sexual del clero como un delito de lesa humanidad.
Presionado por la comunidad internacional, en el año 2012, el Vaticano presenta su segundo informe ante la ONU, 17 años después (la firma de la convención internacional exige el informe cada 5 años) acerca del respeto del Estado Vaticano a los derechos del niño. En este segundo informe por primera vez, como un gesto de transparencia, se documenta 612 casos de abuso sexual que involucraban a clérigos.
Estamos en el 2014 y bajo el influjo de la actitud renovadora del papa Francisco, la iglesia Católica ha empezado a cambiar radicalmente su actitud hacia las instituciones mundiales como la ONU, mostrando transparencia y colaboración eficaz. No faltan ciertos sectores desde dentro de la propia Iglesia que califican este acercamiento a la ONU como una sumisión al poder civil. Nuestro Cardenal peruano, Juan Luis Cipriani, calificó a la ONU como una instancia sin autoridad moral, pues de un lado no hace nada frente al aborto que se legalizan en ciertos paises y de otro lado exige defender a los niños.
Que la frase amorosa de Jesús: «Dejen que los niños vengan a mi» (Lc 18, 15) no sea distorsionada al extremo delincuencial por parte de los que se supone son sus ministros que han hecho la promesa de entregar su vida al servicio de Dios y su Reino. Que el Espíritu de Jesús resucitado nos dé la fortaleza necesaria para renovar nuestra Iglesia, afrontando con transparencia, responsabilidad social y más que todo una opción preferencial con las víctimas de estos abusos sexuales. Padre nuestro… líbranos del mal. Amén.

Un comentario sobre “En el caso de la pedofilia clerical: La ONU y el Vaticano

  1. Todo lo que se haga por proteger a ninos y adolescentes de los pedofilos es poco dado el enorme dano que han causado . Dificil trabajo pero se debe hacer y sin temores ni hipocrecias versus encubrimientos

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