El Estado cumple con peruanos de la frontera

Con la finalidad de afrontar problemas comunes que tienen sus fronteras, las marinas de Colombia y Perú, han inaugurado la IX Jornada Binacional de Apoyo al Desarrollo, que busca esencialmente elevar el nivel de la calidad de vida en que viven los pobladores de esas apartadas zonas, en lo que a educación, salud y bienestar se refiere. Solucionados esos problemas ya se puede garantizar un adecuado uso del concepto de soberanía de nuestros pueblos.
Lo que muchas veces ha sido preocupación de quienes se identifican plenamente con esta tierra que nos vio nacer, ahora se está dando con más frecuencia, ya que la presencia del Estado nunca ha sido más cierta que ahora con estas jornadas en pro del desarrollo, involucrando en este propósito a los diversos sectores regionales y locales para que los pueblos ribereños se integren socialmente a la patria, a la que sienten lejos, distante, casi inalcanzable.
No podemos hablar de peruanidad mientras nuestros hermanos de aquellos pueblos estén atendidos en sus más urgentes necesidades de salud en localidades de otros países, porque el centralista Estado es más limeño que peruano, ignorante de lo que pasa con la gente de la más grande región del Perú, a la que voltea los ojos solo cuando de expoliarle sus riquezas se trata, en concesiones forestales, en la tala de árboles para sembrar palma aceitera, en la extracción del petróleo de sus entrañas por lo que recibimos migajas.
Si esto es una muestra o un acercamiento a los guardianes de las fronteras de la patria, muy bien. Que las fronteras vivas no son palabras sino una realidad porque el Estado está ahí donde se le necesita, y quién más necesitado que el ribereño del Putumayo, del Yavarí, Güepí y demás pueblos.
Salud, educación, alimentación y seguridad son aspectos que jamás hemos debido descuidar, pero que bien que eso vaya siendo poco a poco un mal recuerdo del pasado.
Finalmente, debemos expresar que no estamos de acuerdo en que este tipo de acciones como la que comentamos sea calificada como ayuda humanitaria, porque todo peruano nacido en esta patria, en la más remota lejanía del bosque y el río, tiene derecho a gozar de las atenciones del Estado tan igual que los demás peruanos. Llegar con los básicos y elementales derechos y atenciones no es dar una ayuda humanitaria. Es cumplir con una obligación sagrada que la Patria tiene que velar por sus hijos.