EL EFECTO PIGMALIÓN EN LA EDUCACIÓN REGIONAL

Escribe Gerber Hugo Hidalgo

 

Desde los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes-ECE 2007 hasta la fecha, no se ha evidenciado logros significativos en los aprendizajes de los estudiantes de nuestra región, a pesar de los esfuerzos colectivos que se viene haciendo con la implementación de proyectos y programas educativos cuya finalidad es elevar los logros de aprendizaje de las niñas y los niños.  A partir de ello nos nace una pregunta reflexiva ¿Hasta qué punto puede influir lo que esperamos de los estudiantes en su saber actuar en un contexto particular de manera pertinente?

Las investigaciones de Rosenthal y Jacobson demuestran  que cuando una persona tiene altas expectativas  o bajas expectativas  sobre otra persona,  estas tienen probabilidades de hacerse realidad. Asimismo, esta expectativa es determinante en el contexto educativo de lo que los estudiantes pueden llegar a lograr en términos de aprendizajes.  Este fenómeno es conocido como el «efecto Pigmalión». Pero,  ¿qué es el efecto Pigmalión? es uno de los sucesos que, tanto en el ámbito laboral como en el escolar, social y familiar, pueden ser más productivos o contraproducentes. Este efecto se puede dar en dos campos: El efecto Pigmalión positivo se refiere a aquel que produce un efecto positivo en el sujeto, de forma que afianza el aspecto sobre el cual se produce el efecto, provocando un aumento de la autoestima del sujeto. El efecto Pigmalión negativo es aquel que produce que la autoestima del sujeto disminuya y que el aspecto sobre el que se actúa disminuya.

El escenario educativo ha sido donde más se ha estudiado el efecto Pigmalión.  Robert Rosenthal y Jeonore Jacobson son los investigadores que más estudiaron el tema, llegando a la conclusión que el desarrollo intelectual de los estudiantes resulta en gran medida una respuesta a las expectativas de sus profesores y la manera en que estas expectativas se transmiten de manera proactiva.  Existen estudios que consistieron  el decirle al profesor que un grupo de sus estudiantes son considerados «intelectualmente brillantes» y que estos estudiantes son los que mostrarían una gran mejora  en sus aprendizajes en comparación con los otros estudiantes. Lo cierto es que este grupo  de estudiantes «brillantes» habían sido seleccionados al azar, es decir, eran académicamente igual al resto.

Luego de un tiempo, cuando se hace el seguimiento, se encuentra que el grupo de estudiantes que más habían aprendido y que mejor rendimiento habían alcanzado fue el de los estudiantes «intelectualmente brillantes». Lo sorprendente es que esto ocurrió a pesar de que la única diferencia estaba solo en la «mente del profesor». Muchas veces el profesor crea la profecía que se cumple  a sí misma…»tú ya no puedes», «seguro vas a reprobar», «puro masato tienes en la cabeza», etc.

Existen muchos testimonios de estudiantes en la región que sobresalieron como en los cientos de estudios realizados acerca del efecto Pigmalión con profesores. Es cierto que las expectativas de terceros pueden generar creencias positivas en las personas. Si las expectativas son elevadas y proactivas, pueden generar creencias perseverantes. Pero, si las expectativas son bajas o negativas pueden transmitir creencias limitantes. Las etiquetas que ponemos a los estudiantes aún persisten en el aula, sin embargo puede generar consecuencias del efecto Pigmalión. Como por ejemplo » eres muy tímido», «eres muy juguetón y desobediente», «eres distraído», «no te concentras en la clase», «eres pasivo», «si sigues así vas repetir de grado»… a veces lo que pensamos, lo que decimos, muchas veces no somos reflexivos pero juzgamos y etiquetamos de manera general a los estudiantes, condicionando sus potencialidades y ocasionándoles unas huellas que, metafóricamente, pueden estar sangrando durante mucho tiempo si no se reconocen y cicatrizan en forma oportuna. El efecto Pigmalión no solo se da en la escuela, sino también en la casa por los propios padres, es común escuchar a los padres decir a su hijo, cuando se está portando mal, «a ver si aprendes de tu hermano». Este fenómeno afecta directamente al auto concepto, la autoestima y el rendimiento escolar del niño.  Es decir, un niño va formando el concepto que tiene de sí mismo en base a las valoraciones que recibe de sus padres, personas cercanas y de sus profesores… sino es considerado capaz de hacer determinada cosa, muy probablemente acabe siendo incapaz de hacerla y no porque no tenga capacidad, sino porque su entorno está enviando este mensaje constantemente, se sentirá menos capaz que ellos y pensará que no puede hacerlo. Entonces, en esta crisis que nos trae desafíos en relación a los resultados de la ECE debemos crear el efecto Pigmalión en los estudiantes de la región de acuerdo a las conclusiones de los estudios de Rosenthal y Jacobson. Si los profesores motivan a sus estudiantes  en forma continua a lo largo del año escolar y tienen altas expectativas de aprendizajes de sus estudiantes, conseguirán mejores resultados escolares  en los exámenes y mejores desempeños de los estudiantes. En ese sentido le invitamos  a ser protagonista a los profesores, junto al director y con los padres de familia, las autoridades, los medios de comunicación, los políticos y la sociedad loretana deben promover en los estudiantes el «efecto Pigmalión» para que todos puedan aprender y nadie sé que atrás. Hoy Loreto tiene un compromiso: mejorar los aprendizajes.