El debate sobre la educación

  • ¿Cuál será el futuro de la escuela loretana camino al Bicentenario?

Por: Adolfo Ramírez del Aguila.
arda1982@yahoo.com

 

Escribo estas líneas, sin antes haber escuchado el último Debate Presidencial de la segunda vuelta. Me imagino que como en el primero, primarán los puyazos entre los dos contendores. El verdadero intercambio de propuestas que tanto reclama la ciudadanía, continuará en sala de espera.
Recordemos que el nuevo presidente o presidenta que elijamos el próximo domingo, va a tener el privilegio de gobernar con miras a la gran celebración del Bicentenario (1821-2021) de nuestra vida republicana. Doscientos años de construcción de este país libre e independiente del yugo extranjero. La historia en este periodo de nuestra patria, contesta a la gran pregunta si hemos logrado o no esa anhelada independencia política y económica.
Los estudiosos e investigadores empiezan a compartir sus agudos balances sobre el país que tenemos después de dos siglos de lucha para encontrarnos con nosotros mismos y decidirnos a ser lo que queremos ser. Y todos coinciden, que el P-E-R-Ú aún son siglas de un país de todas las sangres que se construye con mucha dificultad. Y si nos fijamos en sus rincones más apartados como la Amazonía Peruana, el país que tanto anhelamos aún está en estado embrionario. El grito de las regiones por sentirse parte de este P-e-r-ú, es un grito que clama aún en el desierto.
En todo este proceso de construcción de la peruanidad, la educación ha jugado un papel decisivo. Somos lo que somos, por gracia o desgracia del nivel educativo de sus ciudadanos. Nos quejamos que la corrupción está en el ADN de nuestras actitudes, reclamamos que la violencia es pan de cada día, protestamos porque nos discriminan y que la pobreza es un monstruo grande que pisa fuerte. Dime cuánto de tu PBI inviertes en la educación y te diré qué tipo de país tienes.
Para no pecar de quejosos, los peruanos de a pie que amamos a esta patria, tenemos que aprender a no esperar mucho de los gobernantes que se turnan en el poder. Tenemos que forjar nuestras propias iniciativas personales y sociales para luchar por aquello al cual nos comprometemos libremente. Se hace urgente la construcción de esta Nación llamada Perú, desde abajo, a manera de revolución desde las periferias. Poner todas nuestras esperanzas en el nuevo gobierno nacional que se va a instalar el 28 de julio, para operar los cambios urgentes en nuestro país, es alimentar una frustración más.
Acabo de leer un interesante artículo memoria publicada en el último número de la revista del SUTEP-Loreto, acerca del debate pedagógico generado desde las canteras gremiales a raíz de la II Convención Pedagógica Regional, realizada en noviembre del 2015. En ese evento magisterial, los maestros de esta vasta región intercultural y multidiversa, plantean impulsar un “Acuerdo Regional por la mejora de la calidad educativa y el desarrollo sostenible de la Región Loreto”. (Revista “Voz Magisterial” N° 02, págs.5-6)
Inspirado en las conclusiones de esta convención de los maestros sindicalizados, me atrevo a compartir una reflexión acerca de lo que debemos discutir en torno al presente y futuro de la educación loretana, camino al Bicentenario.
Está fuera de discusión, que la crisis de la educación en nuestra región se ha profundizado. Los directores de la DREL y los funcionarios que se han turnado en el sector en las últimas décadas, solo han administrado la crisis y nunca ha existido una decisión política para solucionarla. Los motivos para que se dé este desinterés por el asunto educativo son múltiples, pero el principal, es la falta de una “propuesta educativa integral articulada a un modelo de desarrollo regional”. En otras palabras, no sabemos lo que queremos ser y por lo tanto no sabemos qué hacer en el sector.
Se hace urgente entonces, el re-pensar la política educativa en nuestra región. Desde el año 2004 (Tiempo de Robinson Rivadeneyra) los maestros escuchamos de la existencia de un gran equipo que viene elaborando un Proyecto Educativo Regional. Se logró publicar los lineamientos generales de ese proyecto, pero lo demás, hasta ahora duerme el sueño de los justos. Al no contar con esta herramienta de gestión rectora, la educación loretana seguirá de tumbo en tumbo y el compromiso político de nuestras autoridades locales y regionales será nulo. Otras regiones como Arequipa, han dado este paso político y se cosechan buenos resultados.
Se hace urgente, la mejora del “acceso, cobertura y derecho a la educación”. En una región tan vasta y diversa, es importante este eje articulador, para que nuestras escuelas rurales dejen de ser los últimos de los últimos en atención educativa y en resultados de Evaluación Censal. Otro eje importante es la dotación “de una infraestructura y mobiliario acorde a una educación del siglo XXI”. Es ley de la física simple, que nuestras escuelas urbanas y en especial las rurales, se caigan a pedazos por falta de mantenimiento oportuno.
Con respecto al factor docente, se hace urgente un “sistema regional de formación y evaluación” permanente y actualizado. No más capacitaciones planificadas en los escritorios ministeriales de Lima, no más evaluaciones estandarizadas y punitivas que no promocionan al maestro, al contrario lo degradan.
Finalmente, con respecto a los “derechos magisteriales”, es importante que el maestro deje de ser visto como un enemigo a combatir, un agente a criminalizar. Los maestros tenemos derechos largamente postergados. Sus luchas han mantenido la llama de su dignidad y autoestima profesional. Es urgente la atención prioritaria al maestro de zona rural, de frontera e indígena, para “dotarlo de las condiciones adecuadas para una vida digna y el desarrollo de su labor docente”.
Jesús, el hijo de Dios, fue un maestro itinerante que aprovechaba cualquier espacio para compartir su pasión por el reino y su justicia, utilizando la pedagogía de las parábolas. Las Sagradas Escrituras, testimonian que enseñaba en las calles, en el monte, en una barca, en la sinagoga, en el templo, en una casa, en un comedor, en todo lugar.
Que este maestro de maestros nos inspire a todos, gobernantes y gobernados, docentes y alumnos, directivos y padres para que nuestra educación encuentre su norte y sea el instrumento de liberación para el Bicentenario que queremos. Amén.