POR: JUAN SOREGUI VARGAS
Edgar Allan Poe murió el 7 de octubre de 1849 en un callejón de Baltimore, en los Estados Unidos de Norteamérica. Poe fue y es un genio de la literatura mundial, y como todo ser extraordinario en cada época de las sociedades hipócritas, fue vilipendiado por individuos «normales» de los clanes que están como sanguijuelas viviendo de la mayoría de gente mediocre que quiere que le digan sí señor.
Poe fue el que inició el cuento moderno, el que le dio ese misterio a los relatos que en su tiempo ya se hacían aburridos para los millones de lectores de la época. Maltratado por la vida, por sus adicciones, por sus editores, por las enfermedades y la pobreza, pero con dignidad, supo plasmar sus más grandes obras, mal criticadas en su época, hoy reconocidas como joyas de la literatura universal. Es más, escribió un libro de ciencia llamado Eureka, que especula y analiza el principio y el fin del mundo, el big bang.
¿Qué fue lo que influenció para que la sociedad de ese tiempo lo maltratara y no lo considerara ni siquiera como un ser humano? El cambio que todo mediocre tiene miedo. El cambio que le dio a los relatos breves, es decir a los cuentos. A esa gente, como a muchos de ahora les da miedo la transformación, sin saber reconocer que solo eso, la innovación nos hará avanzar en nuestro proceso evolutivo para poder sobrevivir como especie humana. Pero, lo que más influenció en esa sociedad hipócrita que manejaba el poder, fueron los afamados críticos literarios. Ensayaron contra don Edgar una serie de insultos por su adicción, por su pobreza, no lo dejaban pertenecer a grupos literarios porque dizqué no escribía como ellos. Según los historiadores de esa época, la mayoría de estos críticos eran homosexuales frustrados; según cuentan, habían querido tener relaciones con Poe, quien como todo hombre de bien los rechazó y, entonces, en venganza lo querían destrozar con sus escritos difamatorios no solo personales, sino a su hermosa obra. Otros críticos padecían de adicciones a la cocaína de moda en ese tiempo y al opio, algunos eran esquizofrénicos egresados de hospitales siquiátricos con complicaciones de paranoia, que veían a este genial cuentista como un enemigo como sucede con todo paranoico. Es decir críticos homosexuales frustrados, esquizofrénicos y paranoicos y adictos a la cocaína y al dinero de la sociedad hipócrita quisieron destruir la obra de este gran escritor norteamericano.
Lo ocurrido con Poe, ha existido siempre y se da ahora a nivel mundial, nacional y regional. Gente envidiosa, esquizofrénica, paranoica y con tendencias homosexuales con el complejo de Edipo a cuestas parecida al personaje Bates, de la película Psicosis, tratan de inducir a las personas mediante artificios que nadie entiende, para que no lean las obras de aficionados y educadores, quienes no deben preocuparse, pues los mejores jueces son los lectores. Ellos evaluarán el libro o los escritos y dirán si vale o no y lo destinarán a la basura o a los almacenes de las imprentas para que los coman las ratas o lo regalen porque nadie los compra. Felizmente al suscrito, escribidor aficionado, no le han salido estos críticos esquizofrénicos, homosexuales, paranoicos y envidiosos. Mi servicio de inteligencia no me ha comunicado nada de esto. Pero, a lo mejor algún homosexual y esquizofrénico ya lo ha hecho, no lo sé, y no me interesa. Los que desean escribir continúen haciéndolo, no hagan caso a los mal hablados, a lo mejor dentro de 150 años les rinden un homenaje parecido a Poe. Un profundo agradecimiento a mi querido Edgar Allan Poe por haberle conocido en sus obras, lo cual me ayuda a ser cada día mejor.