José Álvarez Alonso
Doña Tarkis, madre de familia de la comunidad maijuna Puerto Huamán, es una entusiasta criadora de abejas nativas, las llamadas “abejas sin aguijón”. La mayoría de estas abejas nativas pertenecen a la familia de las Meliponas, de ahí que la actividad se la llame “meliponicultura”. Debido a su experiencia en este bioemprendimiento, Doña Tarkis ha sido seleccionada como una de las promotoras de la “Escuela de Abejas” que la ONG One Planet impulsa desde hace varios años con los pueblos Maijuna y Kichwa en el Napo. La Asociación Amanatari también se ha sumado a este esfuerzo en los últimos dos años, ampliando la cría de abejas de las comunidades maijuna inicialmente priorizadas a algunas comunidades Kichwa del alto Napo, y a dos comunidades kukama de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. He tenido el privilegio de acompañar a doña Tarkis, junto con otros promotores, en dos recientes viajes para capacitar a criadores de abejas, uno en el alto Napo y otro al río Samiria. Y he visto el tremendo valor de que sea una madre indígena la que transmita los conocimientos y aprendizajes desde su propia experiencia: les habla en su propio lenguaje, con sus propios gestos, ejemplos y anécdotas… Los participantes en los cursos no se pierden una palabra…
Doña Tarkis habla de las abejas como si de su familia se tratase. “Hay que conversarles con cariño, ellas fueron gente antes. Si tú les hablas bonito y les tratas también bonito, te van a responder, van a producir harta miel. Por ejemplo, si tú le pides a una colmena que te enseñe dónde están sus parientes en el monte, lo va a hacer, te va a hacer soñar y hallarás un nido bien prontito. Eso le ocurrió hace bien poco a mi esposo. Yo también he encontrado dos nidos de esta manera”.
Doña Tarkis maneja ahora más de 40 nidos en la huerta de su casa en el río Yanayacu del Napo, que cuida con esmero con el apoyo de su esposo y su hijo mayor. La cría de abejas nativas es un trabajo que se acomoda muy bien a la idiosincrasia indígena, pues no requiere una dedicación exclusiva o muy intensa, sino unas pocas horas a la semana. Eso sí, se requiere constancia y vigilancia, porque las abejas nativas son delicadas y tienen varios enemigos, como hormigas, moscas parásitas, cucarachas y las llamadas “abejas choras”, que se dedican a saquear los nidos de otras especies. Doña Tarkis explica que visita a sus abejas todos los días, revisa caja por caja, para verificar cómo están, si están trabajando bien, si les ha subido alguna hormiga o les está rondando alguna abeja chora, y para renovarles el sello, un trapo con aceite quemado que les pone en el shungo de soporte a la colmena y evita que suban las hormigas y las termitas.
Las mujeres indígenas amazónicas no suelen tener muchos ingresos propios, porque la mayor parte de las actividades productivas orientadas al mercado las suelen liderar los hombres, desde la extracción de productos del bosque (madera, carne del monte, frutos silvestres, etc.) hasta la pesca. Las actividades que suelen realizar las mujeres, como el cuidado de la casa y los hijos, el cultivo de la chacra, etc.) no están remuneradas. Algunas potenciales fuentes de ingreso de las mujeres indígenas incluyen la venta de algunas gallinas y patos, que suelen estar a su cargo, y la venta de algunos productos excedentes de la chacra, a veces transformados, como fariña de yuca, pero esto siempre compartido con sus esposos. En algunos casos, cuando han tenido capacitaciones de alguna ONG, también obtienen ingresos por la venta de artesanías.
La cría de abejas y la artesanía de fibras como chambira y aguaje, y semillas de plantas silvestres para biojoyería y otros adornos, se constituyen en excelentes alternativas para que las mujeres se conviertan en emprendedoras de sus propios negocios y no dependan exclusivamente de los ingresos de sus esposos.
La miel de abejas nativas tiene un mercado consolidado, no solo a nivel local y nacional, sino internacional, donde alcanza precios muy altos, sobre todo la miel certificada. En Loreto se ha usado tradicionalmente como medicina o suplemento alimenticio (son famosas sus virtudes afrodisíacas, y se suele combinar con cortezas, maderas y frutos en diversos preparados macerados con alcohol). Los precios de la miel de estas abejas varían, pero rondan los 80 a 150 soles por litro, dependiendo de lugares y si se vende envasada y etiquetada o a granel. También está encontrando un nicho en la alta cocina peruana, pues algunos restaurantes la usan en ciertos platos y postres. Sin embargo, buena parte de la miel que se vende por las calles y mercados en las ciudades amazónicas es miel adulterada, de ahí la importancia de identificar con los sellos y etiquetas correspondientes la miel que proviene de productores formales.
Los precios internacionales son muy superiores, obviamente, y pueden alcanzar los 250 a 300 dólares por litro, pero eso se paga a mieles certificadas y en mercados nicho, como el rubro de cosmética. En acceder a estos mercados los países de Centroamérica nos llevan años de ventaja. Sin embargo, la miel de la Amazonía baja peruana puede posicionarse bien en nichos de mercado preferentes por dos razones: las abejas forrajean principalmente en bosques primarios, y en zonas con escasa o nula presencia de agroquímicos, con lo que la miel puede conseguir los sellos de “Orgánica”, y “Silvestre” (Wild); y la miel proviene de comunidades indígenas (al menos en su mayor parte). Sin embargo, la ventaja de conseguir el sello orgánico podría esfumarse si se sigue extendiendo el uso de herbicidas y otros pesticidas que ya han comenzado a aparecer en algunas comunidades. Pero eso será tema de otro artículo.





