Este fin de semana se evidenció la vulnerabilidad de concursos que, por exceso de confianza entre las delegaciones de los países participantes, no establecieron reglas y protocolos que garanticen el respeto a los resultados como consecuencia de los votos del jurado calificador.
Como es de conocimiento público, esto ha ocurrido en la 37 edición del Festival de la Confraternidad Amazónica, en el marco de una de sus actividades y la más llamativa que es la elección y coronación de la Reina de la Confraternidad Amazónica 2025, entre las representantes de Brasil, Colombia y Perú.
Al margen de detalles sobre la participación de cada una de las señoritas concursantes, es bastante sorprendente la actitud de la mayoría del jurado calificador, que cuestionó el puntaje que el representante de Perú en este grupo de calificadores, puso justamente a la candidata peruana.
Estas actitudes desatinadas, pueden llevar a un quiebre en el trapecio Amazónico, que pone en riesgo la participación, especialmente de la delegación peruana en la próxima edición del festival de la confraternidad que a pesar de los pocos recursos se desarrollaba con éxito y derroche de emociones.
Es vergonzoso lo que ha pasado en el interior del jurado calificador, y que se haya evidenciado la poca garantía de respetar los votos tal como lo emitieron cada uno de los miembros del jurado, y que no haya un protocolo de estricto respecto a los resultados, y no alterarlos, como sucedió con el número de voto otorgado por el jurado peruano. Los miembros del jurado son libres en la nota que asignen, entre un mínimo y un máximo, salvo que el reglamento diga lo contrario, lo que desnaturalizaría el propósito.
Lo que se ha evidenciado también tras este evento de belleza, es la falta de respeto a lo indígena al referirse despectivamente en las redes sociales sobre la ganadora colombiana como “la ticunita”, que la peruana parece más “filipina”, y la brasilera procedente de otro grupo indígena; siendo estas expresiones racistas una falta contra todos los amazónicos que reavivamos nuestra identidad.
Este tema nos puede llevar a muchas más reflexiones, pero lo preocupante es lo ocurrido con el jurado calificador que ha dejado serias dudas sobre el respeto y credibilidad que merecen este tipo de eventos internacionales que más de tres décadas se manejó bien. El futuro se muestra incierto y amerita se replantee los procesos, que se difundan más las otras actividades, como las competencias deportivas que hermana a los tres países participantes, el tema de la sede por turnos en cada país, y en el caso específico de Perú si debe asumir la representatividad la provincia de Ramón Castilla, entre otros.
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Desatino en el Trapecio Amazónico
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