Lo que sucede cada año a causa de normales y cíclicos comportamientos de la naturaleza y que afecta terriblemente a miles de personas en el país, duele mucho porque se trata de compatriotas humildes, en su mayoría que en busca de una vivienda propia se ubica en lugares de riesgo. En este caso nos referimos a lo que viene ocurriendo en la zona costera, norte y centro básicamente.
Si bien puede haber otros motivos para que el desborde de ríos afecte a pueblos y ciudades, lo que prima es la mala ubicación y esto lo han reconocido los mismos damnificados a través de medios de comunicación con señal nacional, cuando dicen, por ejemplo, que esto sucede todos los años en menos impacto.
Otros damnificados se han expresado tajantemente que no volverán a ocupar el lugar donde estaban viviendo porque hace cinco años el sufrimiento fue similar con el desborde del río y en otros casos con la caída de huaicos. Lo que refleja una realidad de vida al borde del peligro por el comportamiento de la naturaleza.
Como es de conocimiento público Defensa Civil tiene zonificada los espacios de terrenos no habitables y la de alto riesgo para ser ocupado por viviendas de personas, inclusive hay documentos oficiales que prohíben establecerse en esos terrenos, pero, como decíamos el deseo de tener una casa propia y cerca a los polos de desarrollo hace que miles de familias arriesguen su vida.
Por un lado, se ha perdido el principio de autoridad para no ocupar esos lugares. Por otra parte, no existe una política de expansión urbana o de los pueblos por parte del Estado de manera articulada entre todos los sectores públicos competentes, para la habilitación de áreas habitables que no presenten observaciones y advertencias de las autoridades de Defensa Civil.
En estos momentos frente a una realidad que nos encara que somos una sociedad negligente, es necesario y urgente que haya una reacción rápida, pero según lo mostrado hasta ayer, la presencia de Defensa Civil, de la Defensa Nacional, y de otros organismos está siendo lenta. Parece que no tuviéramos un plan de contingencia frente a emergencias como la que estamos atravesando como Nación.
En nuestra región tenemos el tema anual de la creciente de los ríos, y que genera inundaciones en las zonas periféricas de la ciudad de Iquitos, como de otras ciudades de Loreto que también han desobedecido las alertas. Una cruda y triste realidad que llama a la reflexión y medidas firmes, para que el Estado garantice mínimamente la vida de los peruanos y peruanas.
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