Cada vez más nos convencemos que vivir en la tierra es el verdadero infierno y que los escritos del Evangelio cuando hablan que después de la muerte física nos podríamos elevar a la gloria, pueden resultar certeros, y es que nadie ha regresado de la muerte como para contarnos, sólo la fe lo sostiene.
En la tierra qué tenemos, pues, para empezar odios entre los mismos humanos, falta de solidaridad, de empatía y tolerancia frente a las diversas culturas, se fabrican guerras absurdas por poder, dinero, dominio político u otras excusas que nos revelan el alto grado de maldad de muchos humanos.
A estas alturas de nuestras vidas podemos afirmar que en todas las razas hay gente buena, mala y malvada. Una de las situaciones más impactantes en estas horas es lo que sigue viviendo Ucrania con los ataques rusos, que obliga a retirar a centenares de niños a otros lugares, alejándoles de sus padres, madres, familiares, qué dolor tan grande, no queremos ni imaginar una separación así de nuestros hijos.
En otros lugares del mundo una guerra fría también afecta a las familias como los bloqueos económicos a países como Venezuela y Cuba, este último desde hace muchísimos años; por la prepotencia del poder político de una nación como Estados Unidos que no les deja ser y hacer con sus riquezas lo que más les conviene. Y así una larga lista de potencias que allanan a países con menor poder. Y ni qué decir del fondo monetario internacional que casi a todos nos tiene en sus manos.
Quizás pueda sorprendernos, pero el manejo de la política mundial y los intereses económicos finalmente no tienen bandera, menos religión, ni sentimientos de amor al prójimo, y pueden pasar por cadáveres de niños, adultos y ancianos sin un pestañeo de arrepentimiento. Es en este contexto que nos preguntamos ¿En qué planeta vivimos? Jesús nos ofreció la gloria si en esta tierra cumplimos con la Ley de Dios, vaya, que, si la gloria está en el más allá, acá es casi seguro que vivimos en el infierno.
Pero, en esta Semana Santa del mundo cristiano, recordamos que el mensaje divino sostiene que por nuestras acciones nos juzgarán en el juicio final y dependiendo de la evaluación iríamos al infierno o al paraíso (entiéndase como a la gloria), pero, nuestro sentir es que ya vivimos en un infierno.
Cómo ser feliz en una sociedad dónde en tu casa hay un pan y un té u otra infusión qué meter al estómago, mientras en tu misma cuadra, calle o barrio, varios no han probado un bocado durante el día. Cómo ser feliz cuando padres y madres irresponsables abandonan a sus hijos e hijas a su suerte. Pero, ¿por dónde empezamos para que todo esto empiece a cambiar? Primero inversión total en educación con tecnología de punta, alimentación saludable y generación de empleos con sueldos sostenibles. Pero, para ello necesitamos autoridades decentes en el poder. Creemos que sí es posible que nuestro país y región, resuciten, e impulsen una mejor vida en este mundo.
Del infierno a la gloria
