- Después de la pandemia la población fue de manera nutrida a ver el desfile en las inmediaciones de la Plaza 28 de Julio.
Pero se encontraban con la amarga realidad que no había espacio donde ubicarse a ver el paso de los representantes de las instituciones públicas, de algunos colegios, entidades de Bomberos, organizaciones públicas, a los integrantes de las propias fuerzas armadas; no vieron nada y se regresaban indignados.
Se conoce que la organización del desfile estuvo en manos de la respetable Marina de Guerra, que hasta el cierre de la nota no se sabe el criterio empleado para mandar que el desfile sea en la calle San Martín e inicios de la Mariscal Cáceres.
Es decir, por donde está ubicado un conocido chifa y una conocida emisora nacional. El estrado lo colocaron frente a varios negocios y casas, donde ni de la parte alta se podía apreciar el desfile. Una tribuna sólo para autoridades y una tribuna en calle Aguirre, bastante ridícula, pequeña.
Madres con sus hijos, adultos mayores con sus familiares, todos caminaban hacia el corazón de la Plaza 28 de Julio, pero un enjambre de serenazgos y policías, así como soldados; no los dejaban pasar. Era como si la plaza estuviera tomada en un día patriótico.
Una plaza que está demandando un gasto de un cuarto de millón de soles, que se apuraron las obras (aunque aún faltan) por las fiestas patrióticas, quedó a cargo de los controladores del sitio. No se lucieron los arreglos. La vía principal para el desfile, frente al Poder Judicial y el colegio San Agustín, totalmente despejadas.
La algarabía de mucha gente que se guardó por meses en sus casas debido a la pandemia y que deseaban ver el reinicio de esas actividades cívicas, como volver a verlas por primera vez en su vida; se extinguieron al observar que los responsables hicieron un desfile a su medida.
Solo para ellos, no pensando en el jolgorio y fervor patriótico de un pueblo sumido casi en la desesperanza de que este país cambie.