Corrupción hasta en la Iglesia

A propósito del Editorial de este Diario: “La corrupción corroe el Estado de Derecho”:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila. arda1982@yahoo.com

OPINIONCon motivo del “Día Internacional contra la Corrupción” (09 de dic.) el Editorial de este Diario, hizo una interesante radiografía sobre el cáncer pernicioso que ha invadido a todos los estamentos de nuestra actual vida terrenal en lo social, económico, político, deportivo (el fifagate con Burga detenido) y hasta en el celestial estamento religioso. El Editorial reflexiona: “Los escándalos como consecuencia de la corrupción han alcanzado a la Iglesia Católica, en aspectos morales como financieros, lo que ha mellado el prestigio de la institución” (La Región del 10/12/2015)

Efectivamente, por poner un último caso mediático, el nuevo escándalo creado por la filtración de documentos altamente secretos del Estado Vaticano, sustraídos sistemáticamente y publicados en dos libros en el mes pasado, revelan una vez más, que la lucha por el poder sin ética, el prestigio a cómo de lugar y el dinero como cancha, no conocen límites y actúa hasta en el mismísimo seno de la alta jerarquía eclesial.

Los libros “Mercaderes en el Templo” del italiano Gianluigi Nuzzi y “Avarizia”, del también italiano Emiliano Fittipaldi, publican cartas, informes y documentos altamente confidenciales. En estos dossiers, se deja entrever la mala administración de las donaciones y colectas por parte de las altas esferas eclesiales; los recursos que deberían de repartirse entre los más pobres del planeta, se malversan (según los documentos) para beneficiar a cardenales y obispos funcionarios de la Curia Romana, que han hecho de su sagrado ministerio, un negocio para darse la dolce vita.

Los libros que levantaron una vez más la polvareda y el escándalo mediático, fueron publicados el pasado miércoles 04 de noviembre. Casi inmediatamente, fueron detenidos dos altos funcionarios del Estado Vaticano, como presuntos “cuervos” que habrían robado la información: el sacerdote español Lucio Ángel Vallejo y la laica italiana Francesca Chaouqui. Los dos, pertenecían a una alta comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (Cosea), que el papa Francisco había creado para investigar y transparentar la complicada situación financiera de la burocracia vaticana. Varios documentos producidos por esta Comisión, aparecen en los destapes de estos libros.

El Papa, tuvo que salir al frente de esta situación embarazosa e hizo un público anuncio de continuar con las urgentes reformas a la economía eclesial y detener, de una vez por todas, el oscurantismo financiero en que se ha movido tradicionalmente el manejo pecuniario del Vaticano. “Quiero decirles –dijo muy acongojado Francisco– que este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reformas que estamos realizando junto con mis colaboradores y con el apoyo de todos ustedes”.

Y es que Francisco es consciente que reformar las finanzas del Vaticano, es un hueso duro de roer para su papado. Recordemos que su antecesor, el papa Benedicto XVI, intentó hacer lo mismo y terminó renunciando (2013), después de que un año antes, se diera por primera vez, la filtración masiva de documentos personales del Papa a la opinión pública, bautizada por la prensa mundial como: Vatileaks.

Mis colegas maestros con quienes interactúo todos los días en mi centro de trabajo, me abordan y me muestran su turbación por este tipo de situaciones que se dan en las altas esferas eclesiales. Como mostrando su permisividad por la corrupción política, me dicen: “Bueno, que la alcaldesa o el presidente regional roben ya parece normal, pero que se dé lo mismo en los curas y obispos, ya nos parece mucho” Se supone que el manejo del dinero por parte de las autoridades eclesiales, goza de todas las garantías de transparencia y ética, por tratarse de recursos que permiten a la Iglesia Católica a cumplir su misión evangelizadora, en especial en aquellos lugares más pobres del planeta.

Efectivamente, Dinero que donamos en los Domunds o en las colectas por el día del Papa, lo hacemos de corazón compartiendo de nuestra pobreza, con la garantía que llegará a los más necesitados, y no es justo, que se utilice para que el cardenal Tarciso Bertone, ex número dos de la Curia Romana, se mande a remodelar su lujoso palacio cardenalicio, cometiendo el delito de malversación de fondos. Este caso de desvío de fondos es uno de los tantos destapes que hacen los dos libros.

Tratando de hacer de abogado del diablo, les digo a mis colegas, que lo sucedido, es la demostración de que nuestra Iglesia es Santa pero pecadora, gobernada por hombres y no por ángeles del cielo. Quizá esta experiencia de deshonestidad bajo el manto de la sotana, nos ayude a sensibilizarnos de la corrupción que corroe a todos los estratos socio-políticos de las naciones del mundo, en especial la de nuestro país, en donde el 78% de peruanos somos tolerantes con la corrupción (última Encuesta de IPSOS para PROETICA)

El papa Francisco, consciente de que este complicado nudo hay que desatarlo, está pidiendo nuestras oraciones, la oración de todos los católicos del planeta para que “la Iglesia se renueve con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado”.

Hay un famoso refrán chino que dice: “Antes de querer cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa”. Quizá este escándalo de corrupción que se da hasta en la misma Iglesia, nos sirva a todos los creyentes, para mirarnos a nosotros mismos y empezar la “tolerancia cero” primero, por nuestra propia casa, luego por nuestra parroquia, después por nuestro centro de trabajo, quizá por nuestra ciudad, nuestra región y por qué no denunciar y castigar con nuestro voto a los candidatos corruptos que quieren ser presidentes. Es hora de crear una cultura de la honestidad, haciendo un serio esfuerzo por transparentar nuestra economía local y global, optimizando nuestros recursos, para no caer en la tentación del dinero fácil, de la vida fácil, del poder fácil.

Nuestra vida política del día a día, está llena de noticias y destapes de corrupción, y se hace urgente, una reingeniería ciudadana para regenerar nuestra actitud ante la cosa pública. Que Dios nos libre de la corrupción. Amén.