El agua dulce del río Amazonas y sus afluentes, que en amaneceres o puestas de sol nos brindan un reflejo de color caramelo, se muestran cada vez más vulnerables a la contaminación, siendo uno de ellos el petróleo y el mercurio para la extracción de oro.
En el caso de la contaminación por crudo de petróleo debe quedar bien claro que la remediación es un tema aparte de cualquier concepto indemnizatorio a las comunidades afectadas, que no significa que si la empresa paga una indemnización ya pasa al olvido la remediación de lo afectado.
En la práctica ha estado pasando en determinados lugares, y la remediación ambiental sigue siendo algo así como un sueño inalcanzable, y otro detalle que, a pesar que en su nombre han gastado millones, los resultados no son satisfactorios.
En el caso de la contaminación por extracción ilegal de oro de los ríos de agua dulce de la Amazonía, el tema se ha vuelto muy complejo, y el negociado llega a instancias que pugnan por «legalizarlo», como lo revela un reciente proyecto de ley que está en la Comisión de Economía va permitir al Banco de la Nación que compre, venda y exporte el oro proveniente de la minería informal.
Para nosotros el tema va más allá de ser formal o informal, o ilegal, debido a que está en juego la vida de uno de los recursos naturales más valiosos: el agua dulce de nuestros ríos.
Están atacando por todos lados, de diferentes formas, para explotar los recursos naturales amazónicos sin importarles que van matando la biodiversidad y afectando a los que nacimos y vivimos acá, y a los que decidieron vivir entre nosotros.
Necesitamos con urgencia un liderazgo mayor desde diferentes sectores y la participación ciudana para defender la Amazonía, así como usar todas las herramientas legales posibles a nivel de país y de normas internacionales para frenar esta voracidad descarada y criminal que no le importa desaparecernos en el tiempo. Estamos avisados.
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