Se ha confirmado para el 22, 23 y 24 de febrero la visita del presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH a nuestra ciudad de Iquitos, James Cavallaro, y va visitar las zonas impactadas por los derrames petroleros del Oleoducto Nor Peruano. Será de hecho una presencia muy importante para las federaciones indígenas que vienen luchando por el tema de remediación.
Lo que hará esta comisión internacional es visitar las comunidades de Mayuriaga, San Pedro y Cuninico, todas ubicadas en la cuenca del río Marañón, que como sabemos en los últimos años se ha visto afectada por los derrames petroleros. Aunque no es la única zona, pero parece que la agenda del señor Cavallaro no alcanzará para llegar a más comunidades.
La tarea será que constaten los daños no remediados, la afectación de la flora y fauna, la contaminación de sus aguas y, también la repercusión de estos daños en la salud de la población indígena, que como bien señalan en el diario de circulación nacional La República, que se adelantó a la noticia, estas consecuencias de no fiscalizar afecta a los derechos humanos, por lo que bien fundada está la venida del presidente de la CIDH.
Es la oportunidad que una autoridad en derechos humanos pueda constatar la realidad en que viven los habitantes de las comunidades loretanas afectadas por el derrame de petróleo y que año tras año vienen casi rogando al gobierno de turno y, a través de ellos al mismo Estado para que cumplan con la remediación de sus territorios, y que las empresas petroleras no han tomado en serio su responsabilidad en cuanto a estas remediaciones.
Otro de los puntos es la cantidad de pasivos ambientales y además se puedan conocer detalles sobre los planes de abandono de las empresas exploradoras y explotadoras de hidrocarburos, que poco se conoce, y que las federaciones a través de sus luchas vienen exigiendo se transparente, más que todo en la exigencia de hacer que se cumplan.
Sobre esta visita del presidente de la CIDH, el presidente del gobierno territorial autónomo de la nación Wampis, Wrays Pérez Ramírez, ha dicho que el señor Cavallaro “no va a ver vestigios de un derrame de ayer, sino contaminaciones que existen desde el inicio de la actividad petrolera, hace más de 40 años”. Y esto nos consta, porque tuvimos la triste oportunidad personal aunque privilegiada, periodísticamente hablando, de llegar a la zona contaminada de la quebrada de Capahuari, cercana a la comunidad de Alianza, por el río Pastaza; cuando el crudo de petróleo desapareció todo signo de vida, hasta las hojas y ramas de los árboles se tiñeron de negro, ese oro negro que para la naturaleza no sirve de nada, solo la destruye.





