Lo que se vive desde hace muchos años en la triple frontera es un ambiente de confraternidad, de familia amazónica, de colaboración, de negocios, de admiración del uno por el otro, así como de valoración de la cultura que tiene raíces ancestrales de unidad.
Esta fusión de culturas, vamos a llamarla así, que no es más que lo mismo que desde hace milenios estaban unidas, como los huitotos de Perú que para Colombia es uitotos, y los ticunas de nuestro país que para Brasil es parecido ticunas, no solo es una hermandad diplomática, se trata de lazos familiares fuertes, llenos de emotividad, de amor.
Es por eso que cuando por error de interpretación como el caso Santa Rosa de Loreto, se intenta enfrentarlos, no existe ningún temor de debatir con la verdad como lo hicieron los leticianos colombianos, los peruanos de Santa Rosa, e incluso con respaldo de los brasileros de Tabatinga que flameando las tres banderas hacían también un llamado al buen entendimiento, con el peso de ser el país garante del protocolo que estableció los límites definitivos entre Perú y Colombia.
Además, que hay tanta confrontación en el mundo por problemas limítrofes de territorios, que inventarse uno más, no cabe en el cerebro de quienes viven en paz, en buena vecindad, con los altibajos normales de las sociedades, pero sin los extremos de buscar se enfrenten en un conflicto bélico, eso es inaceptable.
Las aguas se han calmado y parece que el problema de la ciudad de Leticia, que en unos años podría quedarse sin acceso al río Amazonas, ya que esta se secaría frente a su puerto; será analizada hoy y mañana en Lima, en el marco de la cooperación entre naciones hermanas donde el tema central es sobre: la navegabilidad en el río Amazonas.
El diálogo convocado por nuestro país será entre los miembros de la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera – COMPERIF, y como Amazónicos decimos, y casi es seguro que los amazonenses de Leticia lo compartan, es que nuestros respectivos gobiernos centrales retomen acuerdos binacionales para combatir y erradicar el accionar del narcotráfico y la guerrilla en la línea de frontera del Putumayo, donde la paz también se ve amenazada, lo que se agudiza con el abandono estatal y la falta de una estrategia binacional decisiva.
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