Titulares

Armonía y naturaleza

Estas son las dos palabras claves para que nuestra existencia en la Amazonía sea sostenible como nos cuentan escritos del pasado sobre cómo vivían los hombres y mujeres. Eran comunidades enteras organizadas acorde con las oportunidades y amenazas de la naturaleza, es decir, una vida en armonía con el medio ambiente.
Hay enseñanzas que no hemos sabido asimilar como el ubicar solo zonas de altura para asentarse como pueblos, luego de haber sido una especie de comunidades itinerantes por el tema de recoger los alimentos del bosque. Y si no había terreno alto cerca al río, disciplinadamente se adentraban por el bosque hasta la zona de altura para establecerse.
Este acto era en otras palabras: prevención. Prevenir que en la época de creciente el agua no alcance las viviendas, pero que sí llegue lo suficientemente cerca como para aprovechar el mijano y luego los barrizales y suelos enriquecidos que deja cuando bajen las aguas, para los sembríos de plátano, yuca, frijoles, sandías, entre otros.
No se tiene registrado desde cuándo, pero de pronto sabíamos de caseríos, comunidades y pueblos que empezaron a tener problemas con la creciente del río, salvo casos excepcionales con crecientes muy grandes que llegaba a cubrir alturas insospechadas, lo demás se pudo y puede prevenir.
Esta ya mala costumbre de ocupar las zonas bajas se fue extendiendo a los pueblos más grandes, ahora ciudades como Iquitos. Así, sin retroceder muchos años, quizás unos 50, al fondo de la calle Yavarí había una quebrada llamada Paíno, donde mucha gente se iba de paseo a bañarse. Actualmente la fuerza del relleno para construir viviendas terminó por secarla. Lo mismo al fondo de Pampachica. Hace poco estuvimos por ahí y vimos que la quebrada donde nos bañábamos de pequeños, está seca y ocupada por viviendas.
Que lo que está ocurriendo en Lima, principalmente, sea un aviso para nosotros, porque ahora que están revisando el pasado se dan cuenta que en los lugares donde está la desgracia, antes eran parte del río o ya habían ocurrido deslizamientos en otras épocas. Cada 70, cada 100 años fenómenos que se repiten. Está registrado. Pero, ocurre que a nuestra memoria frágil se suma la debilidad de las autoridades de turno, para alejar a las personas de zonas de riesgo. Además de la nula planificación de la expansión urbana.
Las autoridades responsables, frente a lo ocurrido deben analizar y decidir por lo más conveniente para las familias, donde los que más sufren son los niños y ancianos. Las medidas donde de por medio está en riesgo la vida se tienen que cumplir. El desorden y la falta de previsión no deben enlutar más a las familias. Dicho sea de paso, el centralismo que lo acapara todo también es responsable de que mucha gente deje sus provincias en busca de mejor vida en la capital. Es hora de reflexionar y actuar.