Apagones

No podemos ser siempre, los ilusos, los tontos que creen en discurso fácil y efectista, aquel que arranca aplausos y vítores.

 

Debemos  encarar nuestra realidad, por muy dura que sea. Y lo que estamos atravesando, en lo que a abastecimiento de energía eléctrica se trata, no puede ser, sino, un retroceso en el pequeño y efímero avance que tuvimos hace muchos años, cuando cambiamos los focos de 15 watts de luz tenue de los postes de madera del alumbrado público por los focos de los actuales en postes de concreto armado.

 

Eso que pregonan los políticos que ahora gobiernan este pedazo del Perú, es la grande farsa vivida por los loretanos. No somos ningún destino turístico, no somos la ciudad más limpia, no somos la de los mejores jardines, no somos nada.

 

Esta es una ciudad de más de 500 mil habitantes que no cuenta con eficientes servicios básicos de luz  y agua, que no podemos ofrecerle al inversionista las condiciones más que necesarias para establecer una industria o una gran empresa. No contamos con plantas de energía eléctrica y de agua potable que garanticen la estabilidad de un eficiente servicio a la población, y menos aún a la inversión privada.

 

Dejémonos de paliativos, de remiendos y parches de emergencia. Iquitos es una ciudad grande, con muchos más problemas y necesidades que tuvo hace 50 años, edad donde nos quedamos.

 

Los repentinos y repetitivos apagones, están destruyendo artefactos de uso doméstico como equipos de producción y emisión de radio y televisión, por lo que la población, con todo derecho, protesta por el atropello, pero también pide mayor seriedad a quienes dirigen estos sectores, principales en la vida ciudadana, para exigir ante las máximas autoridades se desarrolle un proyecto serio para dar a esta metrópoli amazónica una planta moderna de energía eléctrica y un eficiente abastecimiento de agua potable.