Amor verdadero

Con el tilín tilín tilín de la campana del colegio salíamos apresurados los estudiantes agitando nuestras pequeñas banderitas rojiblancas, para ubicarnos en la fila que nos correspondía en la formación del patio principal del colegio o quizás en un callejón ancho o en una explanada de tierra en algún pueblo rural.
El sentimiento era el mismo, igual orgullo de tener a la banderita en manos que fueron confeccionados un día antes en casa, con papel cometa y goma de almidón, adherido a un delicado palito de estera que se conseguía sin mucha dificultad, con la ayuda de nuestros padres hasta vecinos.
Todos bien formados con zapatos o sin ellos, o en shinelas el orgullo era el mismo, porque ya en el aula la maestra o señorita nos había inculcado que la Bandera del Perú, era uno de los símbolos patrios al que teníamos que rendir honores.
Nuestros corazoncitos latían fuerte cuando desde el equipo sonido estéreo de la época a través de un amplificador, se empezaba a escuchar “Arriba, arriba el Perú….la bandera nacional”.
Era una forma de expresar nuestro amor y fidelidad a la Bandera, de rendir honores a quienes lucharon por la patria, por defendernos del enemigo, por recordar el acto del héroe nacional Alfonso Ugarte, que se arrojó al mar junto a la Bandera para que no sea cogida por los chilenos que fueron nuestros rivales en la llamada Guerra del Pacífico.
Aunque toda guerra tiene un trasfondo y quizás muchos intereses subalternos, una historia no oficial nos habla de una guerra por defender intereses comerciales particulares que se hizo un tema de Estado. Lo cierto, la margen de ello, de acuerdo a los historiadores es que sí ocurrió esa defensa al símbolo patrio: La Bandera Roja y Blanca que nos dejó don José de San Martín.
Sin embargo, el verdadero amor a la bandera tendría que evidenciarse en el amor y respeto entre peruanos de diferentes razas y culturas que levantamos el mismo símbolo de honores al Perú, a nuestra patria tan golpeada por la corrupción, cuyas riquezas se saquearon desde el inicio de la vida republicana.
Por tanto, amar al país es rendir honores a la bandera a través de trabajar por el bien de todos los peruanos y peruanas, luchando contra la corrupción que nos hunde cada día en un futuro incierto. Desde el colegio deberían inculcar el actual verdadero amor a la Nación, a la Patria, a la Bandera. ¡Viva el Perú por siempre flameando la blanquiroja!