Tenemos mucho en común, pero fronteras imaginarias como repúblicas nos trazan una distancia, lo cual se respeta, por supuesto. Sin embargo, es el momento de traspasar ésas líneas divisoras para trabajar en conjunto, todos los países de la Amazonía sudamericana, en la rehabilitación de los ecosistemas, así como en la protección de la naturaleza.
Hace unos días que Colombia tomó la decisión de librar su parte Amazónica de minería e hidrocarburos, es el primer país en una decisión tan firme en la protección de la naturaleza. Ante esto lo ideal es que no lo hagan solos, que se unan más naciones amazónicas, si no todas. Y que la comunidad mundial se una, sumando en la financiación de proyectos para el logro de los objetivos en torno a la conservación de la naturaleza.
Ahora, que acaba de terminar la COP30 en la ciudad de Belém, en Brasil, con mucha esperanza y motivación se habla de la unión de las ciudades amazónicas, para trabajar en la lucha contra el cambio climático. Parece que habláramos de varios temas, pero en realidad se relacionan entre sí.
Por ejemplo, como ciudad amazónica, Medellín, y justamente en Colombia ha logrado el 2024 sembrar 102 mil árboles en un proyecto masivo, para tener sombra, aire fresco y que disminuya la temperatura. Entre los objetivos, en otras palabras, están: mitigar el calor, mejorar la calidad del aire y enriquecer la biodiversidad de la ciudad.
Esto, además de ser plasmados en políticas públicas consolidadas en leyes del gobierno de cada una de las ciudades amazónicas, requiere de voluntad política de los gobernantes de turno, si no, no va pasar nada, esa es la cruda realidad. Se puede empezar por la voluntad de las autoridades de las ciudades amazónicas como en Medellín, donde invirtieron para la arborización 35 mil millones de pesos. Y en la COP30 se ha lanzado el programa “Facility Finance” por la Amazonía del Banco Interamericano de Desarrollo – BID. Se habla también de un billón de dólares de cooperantes, para crear un paquete de inversiones para toda la Amazonía sudamericana.
Estas iniciativas son importantes, y con el complemento de las partes interesadas se pueden y deben impulsar proyectos de protección y sostenibilidad de la naturaleza, de rehabilitación de los ecosistemas, todo, considerando la participación comunitaria. Somos sociedades muy parecidas, un pez de río como la “Carachama”, es conocida y disfrutada con otros nombres en Venezuela, por ejemplo. Somos amazónicos, tenemos similitudes ancestrales, y tenemos la responsabilidad de lograr un desarrollo con avances tecnológicos, en armonía con el medio ambiente amazónico.
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