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Iquitos
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Albricias Iquitos

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Por: Héctor Vargas Haya

HACE CIENTO CINCUENTA Y NUEVE AÑOS, el 5 de Enero de 1864, en un modesto apostadero, Iquitos adquirió su partida de nacimiento, como puerto fluvial del Amazonas, luego del arribo de los barcos: PRÓSPERO, NAPO, PUTUMAYO, MORONA Y PASTAZA, cuyos tripulantes prestamente abrieron senderos, a los que bautizaron con los nombres de las embarcaciones, que quedarían registrados, para la posteridad, en las principales arterias de la que hoy es la ciudad de Iquitos, bastión peruano, puerta de acceso al Océano Atlántico y al resto del Mundo. Le correspondió al gobierno de Ramón Castilla, protagonizar aquel suceso, ante las recomendaciones del sabio italiano, Antonio Raimondi, consignadas en sus memorias, de 1859, producidas después de su visita a la Región Oriental del Perú. En ellas expresaba la necesidad de instalar un hito de avanzada y de peruanidad en el Amazonas, en cuyo ámbito, sólo había una “humilde chanchería”, llamada así por él, a un pequeño criadero de porcinos, donde hoy se yergue la capital de Loreto.
Iquitos, ciudad republicana, no tuvo influencia incaica ni de conquista alguna. Es la ciudad más joven y la de mayor crecimiento del país, y no obstante su adolescencia se halla entre las tres primeras ciudades más pobladas del Perú, tal como aparece de la documentada “NUEVA CRÓNICA DEL PERÚ SIGLO XX” de los historiadores Pablo Macera, Santiago y Forns, impreso en la Editorial del Congreso. Iquitos creció y evolucionó velozmente, como consecuencia de la gran riqueza cauchera que atrajo al Mundo, especialmente al Continente Europeo, del que arribaron empresarios, familias alemanas, francesas, españolas, portuguesas y otras, que para hacer viables sus estancias, no sólo trasladaron sus usos y costumbres, sino sus bártulos y materiales de construcción, levantaron edificios a la usanza europea, instalaron negocios y centros fabriles, locales escolares e institucionales benéficas de los residentes extranjeros, que rápidamente le dotaron a la naciente ciudad, de singular fisonomía; fue la segunda en el Perú, que llegó a contar con alumbrado eléctrico, en el año 1904, tres años después de Lima, 1901, por acción de los inmigrantes.
Casonas, revestidas de mármol, losetas y azulejos, felizmente conservados, certifican que Iquitos es, realmente, una suerte de “ciudad trasplantada”; tempranamente contó con un tren urbano, planta eléctrica, torre inalámbrica para las comunicaciones, un gran pararrayos, y sin haber tenido, aún, redes de agua y desagüe, ya disponía de servicios higiénicos modernos, alimentados con el agua proveniente de las lluvias y recogida en tanques, de los que era distribuida mediante bien instaladas cañerías; de ahí que cuando, en 1950 se instalara el servicio de agua potable, la red de tuberías domésticas estaba ya lista. Entre otros testimonios, tuvo el privilegio de recibir corrientes culturales y artísticas de gran nivel, procedentes de escenarios europeos, que transitaron por el recordado gran Teatro Alhambra, fatal y sospechosamente incendiado, por manos criminales, que quedaron impunes.
Empresarios ingleses, alemanes, españoles, israelíes, portugueses, chinos y otros, instalaron establecimientos comerciales e industriales, que desaparecieron como consecuencia de maniobras mercantilistas fraguadas por monopolistas concertadores de la patriarcal Capital del Perú, meca contraria al desarrollo del resto del país. Sin embargo, Iquitos no se detuvo, prosiguió en su desarrollo, desde luego, con el trascendental aporte de autoridades edilicias de procedencia extranjera, las que, curiosamente, no obstante las prohibiciones legales peruanas, se instalaron en el cabildo municipal. Fue un honorable alcalde español don Francisco García Sánz que encabezó la iniciativa y acción del Centro Cívico Departamental de Loreto y emprendió la gigantesca tarea de canalizar la ciudad y clausurar las impresentables zanjas por las que discurrían los desagües. Todo, eso no fue obra del centralista gobierno peruano, sino consecuencia de las trascendentales corrientes culturales, que se asentaron en la joven ciudad, como queda dicho. Paradójicamente, fue durante la Segunda Guerra Mundial, que se propició a la veloz construcción del primer aeropuerto, en tiempo récord, a cargo de la empresa norteamericana Rubber Development Corporation, encomendada por el Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, interesado en facilitar el emergente transporte de caucho, materia prima de los neumáticos o llantas, de los guantes quirúrgicos y otros adminículos. Aquel aeropuerto está hoy a cargo de la Fuerza Aérea Peruana.
Iquitos, no obstante su corta vigencia, registra una singular Historia, rica en sucesos políticos, económicos, culturales y sociales, acaecidos desde comienzos del siglo XX, etapa en la que durante un cuarto de siglo llegó a aportar, hasta con alrededor del 25 % del Erario. Sin embargo permaneció en el mayor olvido, víctima de la explotación, lo que dio origen a dos revoluciones políticas: la de Ricardo Seminario y José Madueño, del 2 de Mayo de 1896, que dio origen a la instalación del primer gobierno federal, como consecuencia de la claudicación del presidente Nicolás de Piérola, de triste recordación, quien, en su programa político había prometido establecer un sistema federal, pero se retractó y no se detuvo en asfixiar al naciente estatus político, valiéndose de las fuerzas militares. El segundo gobierno federal, del 5 de agosto de 1921, fue presidido por Guillermo Cervantes, el que, como consecuencia de las inhumanas restricciones económicas y monetarias con las que el indolente gobierno tiránico de Leguía, asfixiaba a la población loretana, se vio obligado a acuñar moneda loretana, mediante los denominados “billetes cervantinos”. Dos intentos similares fueron, los movimientos federalistas de Vizcarra y de Merino, demostrativos de legítimas protestas contra el abandono y la indiferencia central.
Tras la riqueza del caucho, sobrevinieron otros productos: cube, tagua o marfil vegetal, la madera, entre otros. Hoy es el petróleo, cuyo canon le es regateado por la burocracia centralista, integrada por quienes creen ser poseedores de la ciencia infusa. Los tiempos cambiaron y ya se vislumbran nuevas actividades industriales, pesqueras y hasta agrícolas. Corrientes migratorias de otros escenarios del país, que sensatamente resuelven instalarse en Iquitos, contribuyen, no sólo con su crecimiento sino con el desarrollo de una ciudad que, felizmente tiene la singular ventaja de ser una isla, como tantas otras en el Universo, con el privilegio de ser ventana hacia al mundo, mediante el más grande y caudaloso río Amazonas y el Océano Atlántico. Hoy, a sus ciento cincuenta y nueve años de vida republicana se enrumba a convertirse en gran urbe del futuro próximo. Felicidades.

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