AGUA PARA LA VIDA EN IQUITOS

Por: Fernando Alcántara Bocanegra

 

La región amazónica abarca un poco más del sesenta por ciento del territorio nacional. En la unidad aparente del ecosistema se observa una extensa cobertura vegetal con alternancia de ambientes acuáticos, llámense lagos, lagunas, ríos y quebradas, de diverso orden que, drenan más de 200,000 m3/seg a través del río Amazonas.

 

Bosque y agua dominan el paisaje amazónico ofreciendo numerosos hábitat que han permitido el desarrollo de una gran diversidad de organismos, pero sobre todo, una gran transferencia de materia y energía entre las fases terrestre y acuática. El intenso flujo de la materia y la energía en el ecosistema amazónico, favorecido por una temperatura media de 28 grados centígrados, ha determinado una gran oferta de organismos terrestres y acuáticos y ha propiciado la adopción de costumbres extractivas en el hombre amazónico, a través del tiempo. Pero, en este contexto, el agua es el vehículo de transferencia a través de los diversos eslabones de la cadena trófica y, los seres vivos en general, tienen entre el 60 al 70 % de agua en sus tejidos.

 

El agua, para nuestra fortuna, es abundante en el ecosistema amazónico, determinando una gran diversidad de paisajes, con una belleza singular para deleite de propios y extraños. Son numerosas las empresas de turismo que explotan este recurso ofreciendo paseos guiados a lugares como la Reserva Nacional Pacaya Samiria y otras áreas, no menos importantes.

 

El agua equivale, aproximadamente, al 70 % de la composición de la tierra y está disponible en los mares, lagos, lagunas, ríos, en sus diversos estados, sólido, líquido y gaseoso, en una dinámica que determina la traslación de grandes masas de un extremo a otro de la superficie terrestre. De esta forma, el agua contribuye al desarrollo de la vida en la tierra, regulando el clima y, sobre todo, proporcionando el vehículo necesario para el transporte de los nutrientes y las sustancias de deshecho para regular el medio interno y mantener el organismo en condiciones saludables.

 

Lo dicho para un organismo, es aplicable a las comunidades que, requieren también de nutrientes para crecer y reproducirse, pero a la vez, para regular su medio interno eliminando sus deshechos. En este sentido, las comunidades compuestas por la población humana usan el agua en su alimentación e higiene, tanto a nivel individual, como colectivo. La producción industrial de jugos, bebidas gaseosas, cerveza y otras, son formas de uso frecuentes, sin dejar de mencionar el lavado de ropa y útiles diversos de uso doméstico o industrial.

 

El agua es una fuente de energía importante si se tiene en cuenta que, al estado de vapor puede mover máquinas para la generación de movimiento (como en los trenes) o generación de energía eléctrica. El agua también sirve en las ciudades para el transporte y eliminación de excretas de la población humana y su importancia es mayor, cuando más grande es la ciudad.

 

El agua es de utilidad para la población humana en cuanto constituye una fuente de recreación ya sea para la práctica de natación y deportes diversos, como el canotaje, remo y otros pero, en las emergencias, determinadas por la ocurrencia de incendios en la floresta, o en las ciudades, el  agua resulta de vital importancia porque el suministro oportuno puede significar el control del problema, o de lo contrario, los bosques y las viviendas son consumidos por el fuego, con pérdidas, muchas veces irrecuperables.

 

De todo lo dicho, entonces, podemos deducir que el agua tiene una importancia determinante para el desarrollo de la vida, en general y, en particular, en el ecosistema amazónico. Sobre todo, si se tiene en cuenta el calentamiento global que ya está haciendo sentir sus efectos en la región y, en particular en Iquitos en donde, según el SENAHMI, las precipitaciones y las sequías serán más severas, en el futuro. Ambos eventos son críticos y tienen que ver con la vida y bienestar de la población de Iquitos.

 

Las precipitaciones intensas en la cuenca determinan grandes avenidas e inundaciones de los sectores bajos de la ciudad en donde parte de la población ha localizado sus viviendas. Sin embargo, son críticas también las vaciantes extremas por la dificultad de captación de agua para el abastecimiento de la ciudad. Inundaciones y crecientes, entonces, son dos problemas que se deben encarar con urgencia en Iquitos. Frente al primer problema se nos ocurre un plan de expansión urbana en el cual sea claramente identificada el área en la cual la población puede localizar sus viviendas, sin riesgo de inundación. El segundo punto es difícil, pero no imposible de encarar y requiere de la definición de planes a mediano y largo plazo en los que se considere la ampliación de la captación de agua para contar con un servicio que cubra las veinticuatro horas del día. En este sentido, es necesario indicar la necesidad de cuidar la cuenca del río Nanay, propiciando la disminución de su deforestación para incrementar, de este modo, la tasa de retención de agua y, por tanto, mantener el nivel de aporte para el abastecimiento de la ciudad. Hasta donde se conoce, no se cuenta con información sobre el nivel de deforestación de la cuenca de este río, para tener una idea, sin embargo; basta recorrer la curva de Moronacocha, San Juan y el inicio de la carretera Iquitos Nauta para comprobar que las crisnejas, horcones, vigas, soleras y otros, destinados a la construcción de viviendas, además de leña y carbón, provienen de la cuenca del río Nanay. Como alternativa, podría darse inicio a un plan de siembra o reforestación de especies de corto plazo que son utilizadas en la construcción de viviendas, junto con especies de mayor valor y de largo plazo. De paso, la población rural, tendría una fuente de ingresos de corto, mediano y largo plazo.

 

La población de Iquitos está creciendo a ritmo acelerado y la demanda de agua será cada día más intensa. Se requiere, por tanto, de acciones urgentes para asegurar el abastecimiento actual y futuro de agua para la vida de Iquitos.