Por: José Vásquez La Torre
Desde que Dios hizo este planeta no ha agregado ni quitado una sola gota de agua, durante todo este tiempo la tierra ha utilizado la misma agua reciclada mediante la evaporación la formación de nubes y las lluvias. Por este sistema milenario tenemos agua en casi todas partes, y como en el caso de nuestra región en particular, en forma abundante.
Con el aumento de las poblaciones la falta de agua potable se hace cada vez más peligrosa pues su carencia favorece las epidemias, las enfermedades infectocontagiosas, las parasitosis y otros males, sabido es que, solamente con lavarnos las manos con agua y jabón estamos evitando cerca de veinte enfermedades.
Los antiguos habitantes de nuestra ciudades acostumbraban recolectar agua de lluvia previniendo su falta en épocas de verano, para eso desarrollaron sistemas mediante los cuales sobre los cuartos de baños colocaban un tanque que recepcionaba y distribuía por gravedad el agua para el consumo en las duchas, lavatorios e inodoros; asimismo, se juntaba agua en tanques a nivel del piso, estos últimos servían para lavar la ropa, limpiar los pisos, etc. Incluso servía para dar de beber a las bestias que llegaban con carga hasta la casa. Para su conservación se acostumbraba poner en los tanque ramas jóvenes de guayaba, probablemente el tanino que contiene esta planta preservaba el líquido.
Personalmente puedo decir que durante mi niñez y juventud utilizamos este sistema y no recuerdo que alguna vez nos haya faltado el agua, esta demás decir que nuestros abuelos cuidaban sobremanera el buen uso de este recurso. Los tanques estaban diseñados en forma de estancos, lo que permitía resolver adecuadamente el diseño estructural de los mismos, a la vez que garantizaba un control real sobre su consumo, ya que si alguien por descuido dejo la llave abierta solo se perdería parte de la dotación.
En la actualidad debido a las facilidades del agua potable la población se ha acostumbrado a desperdiciar este recurso tan caro. Conozco lugares de pueblos jóvenes donde hay grifos abiertos durante las veinticuatro horas del día, pues como no tienen medidor pagan el consumo mínimo, obligando a los que si tenemos medidor a pagos por demás exagerados.
Los candidatos al Gobierno Regional o a las Municipalidades, hablan de dotar a la población de agua y desagüe, se llenan la boca con el proyecto del crédito japonés y que la población pagará en 30 años, nadie habla sobre el agua de lluvia.
En la India, el año 2001 Rajendra Singh ganó el Premio Magsaysay, por recuperar el Río Aravari en Rajastán, mediante la construcción de cisternas tradicionales para agua de lluvia y el sembrado de árboles alrededor del río durante quince años, a través de una organización No Gubernamental, es decir una ONG, como las muchas que existen en nuestra ciudad.
En Iquitos una vivienda compuesta por cinco miembros consume unos treinta metros cúbicos mensuales, esa cantidad de agua lo utiliza para ducharse, limpiar los inodoros, lavar ropa, lavar los pisos, regar el jardín y una cantidad menor en cocinar alimentos y beber.
Si esta misma vivienda, sin desconectarse del sistema de agua potable y mediante una tubería auxiliar resolviera contar con otra fuente de abastecimiento: una de agua potable para la cocina y otra para los servicios mediante un tanque de agua de lluvia lo suficientemente grande como para abastecer la lavandería, los servicios, etc., su consumo de agua potable se reduciría a solamente un metro cúbico por mes, ahorrándose el pago de veintinueve metros cúbicos de agua.
Las Municipalidades muy dadas a dar reglamentos, podrían agregar una más en el sentido que todos los edificios nuevos deberían contar con sistemas dobles de agua (agua potable y agua de lluvia), obligándolos a construir cisternas para este fin, no faltarán las críticas en el sentido de los costos; sin embargo, si se mira un poco más al fondo, veremos que a la larga obtendremos un ahorro significativo y trabajo eventual para gente de construcción civil.
Las entidades públicas como municipios, colegios, postas, hospitales, camales, y sobre todo los mercados de nuestra ciudad, deberían estar obligadas a contar con cisternas de agua de lluvia para el consumo de sus baños y la limpieza diaria, puesto que en ellas es donde se nota mucho más el desperdicio del recurso.
Otra ventaja que tendrá el sistema es que al reducirse el consumo en las viviendas, aumentará la presión en las tuberías del sistema público lo que permitirá llevar agua a puntos más alejados, requiriendo para ello solo el aumento de tuberías.
A ver qué dicen nuestros candidatos y quién de ellos se atreve a tomar con seriedad este asunto por demás urgente.