Por: Luís Roldán Ríos Córdova rioscordova2010@hotmail.com
Como la ignorancia es atrevida, hago uso de ella para no creer a los politólogos contemporáneos cuando afirman que las políticas gubernamentales de ahora ya no andan encuadradas en el terreno de la ideología. Pensamiento que tiene su origen en los predios de los políticos acomodaticios.
¿Por qué no les creo? _ Mira. _ Hace poco, el mundo andaba dividido en dos grandes bloques ideológicos: el capitalismo, capitaneado por Estados Unidos y el socialismo por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como centro hegemónico de un conjunto de repúblicas alineadas bajo la filosofía marxista-socialista. Producto de este antagonismo ideológico hemos vivido la llamada guerra fría.
Para dejarme entender (porque a veces ni yo mismo me entiendo) vamos a dilucidar qué es ideología en términos simples. Tu cónyuge y tú tienen como objetivo la casa propia, ¿correcto? Tú piensas que lo vas a lograr así. Tu cónyuge piensa que no es así, sino, asá. Teniendo el mismo objetivo, ambos manejan pensamientos diferentes para lograrlo. Esa es la ideología. Es la forma, el cómo, es la luz que alumbra la ruta por dónde ir.
Bien. El capitalismo y el socialismo tienen como objetivo la felicidad del ser a través de resolver sus problemas más apremiantes: alimentación, salud y empleo. El capitalismo apuesta por lo práctico, para ello pone la iniciativa en manos del mercado, inventa necesidades comunes y encarga la solución a la inversión privada, apuesta por la propiedad individual como fuente de riqueza. El socialismo cree en la planificación del estado, apuesta por la iniciativa comunitaria; niega las ventajas sociales de la propiedad privada, es el origen del mal, opina. Ambos pensamientos buscan el bienestar social bajo su concepción, ¿cierto? Esa es la ideología. De modo que los políticos contemporáneos que dicen que la política ahora ya no se mueve bajo la batuta de las ideologías, es mentira contemporánea; lo que pasa es que el capitalismo ha derrotado al socialismo, que ha sido un aborto histórico. Como lo dije en artículo anterior, tenemos capitalismo para rato, mal que nos pese no se visualiza en el horizonte su próximo final. ¿Cómo así? En el artículo «El capitalismo ha rebasado su propia ideología. Embriagado con el dinero se revuelca en su miasma» afirmo que el capitalismo ahora no sabe qué hacer, está en crisis, pero está vivo. Ante esto, los izquierdistas no saben cómo reconocer que han sido derrotados y lo mejor que se les ha ocurrido es decir que la política no se maneja ahora bajo concepciones ideológicas, sino bajo la práctica, es decir, que los Estados manejan las propiedades, los medios y las relaciones de producción con pragmatismo fáctico globalizado; eso es capitalismo, no es otra cosa. No es que ahora soy nueva izquierda o izquierda moderada y que vamos a hacer gobierno acorde a las tendencias mundiales pero con inclusión social, sin dejar de ser izquierda socialista; mentira, el asunto es que al socialista le cuesta reconocer la derrota. No me alegra, pero las cosas son como son.
Las sociedades humanas no se van a deshacer del sistema capitalista mientras tengan en el cerebro el conocimiento del dinero, vuelvo a repetirlo hasta que alguien me diga lo contrario y como el uso del dinero no va a salir del esquema mental adquirido, nuestras guerras traerán como resultado la auto destrucción, que ya anda muy cerca, tras de eso vendrán condiciones mejores y más justas, seguramente, siempre y cuando la naturaleza no nos enfrente a hechos de sobrevivir que nos empujen a usar la ley del más fuerte, olvidándonos de todos los buenos modales.
Lo que ocurre ahora es que tratamos de vivir un capitalismo moderado, es decir, un capitalismo que por presión social de los indignados (no por iniciativa propia) tratará de hacer inclusión, de rescatar lo bueno aunque no sea suficiente ni justo, pero, de ahí a que eso se llame izquierda moderada o nueva izquierda son puros eufemismos, el asunto es que le cuesta a los socialistas aceptar que el capitalismo les dobló el brazo.
EL ERROR DEL SOCIALISMO HA SIDO QUERER IMPONERSE POR LAS ARMAS.
El socialismo-comunismo dispara desde el comienzo, no te ofrece alternativas democráticas ni disyuntivas espirituales- religiosas, por eso siembra terror y muerte jurando ser dueña de la verdad. La clase gobernante es tu dios, te obliga a creer. El buró es tu santo, te dice.
En cambio el capitalismo se impone sutilmente, te hace oler la riqueza para decirte que todo depende de ti, que en ti está tenerla, para convencerte de vez en vez saca un paradigma y te lo muestra como lustra botas y luego como presidente para demostrarte que todos podemos hacer lo mismo. El capitalismo también recurre a las alternativas divinas, que, si no logras gozar de las riquezas de este mundo te ofrece la opción de un mundo mejor que el Señor te tiene preparado en el cielo como compensación, en tanto el hambre que él propicia te mata de a poquito.
Mientras los gobernados deben creer a ciegas en el buró socialista, éste goza de los privilegios del poder a espaldas del pueblo, como lo hacen los capitalistas, sólo que éste no lo hace a espaldas del pueblo; por eso, a mi ignorante entender, la derecha capitalista siendo hipócrita es menos hipócrita que la izquierda socialista que ahora anda derrotada… ¿O no, señores izquierdistas?





