El callejón de la casa era amplio y se le veía venir desde el fondo con su mandil blanco, muy resuelto al saludar a sus pacientes, casi seguro de que tiene la solución para los males que aquejaban, seguridad que recibíamos los pacientes de una forma genuina y en silencio se seguía sus instrucciones.
Fue en los años setenta que el doctor Garayar (que ya falleció) en su consultorio de la calle Sargento Lores, en horas de la tarde, seguro luego de atender en el hospital Iquitos que ahora lleva su nombre seguía atendiendo a quienes requerían de sus conocimientos. Recordamos algunos pasajes como cuando nos extendió un bacín de fierro enlozado blanco para orinar porque necesitaba para la muestra ante una posible infección urinaria.
La ciudad de Iquitos como otras de Loreto y de la Amazonía peruana estaban recibiendo poco a poco a profesionales médicos que venían de otros lugares del país enviados por el Estado, porque acá no teníamos en la universidad esa carrera. Y de esa época también recordamos al también muy respetado doctor Muñoz (que sigue con nosotros), que en esa época vivía a la vuelta del doctor Garayar, en la calle Tacna. Llegaron a Iquitos y simbólicamente los adoptamos en nuestra tierra selvática.
Mucho por agradecer a estos y muchos otros galenos que vistiendo en el mandil blanco nos dejaron su trabajo de sanar, salvar vidas, y ver expirar luego de darlo todo por la recuperación. Así médicos que se fueron y otros que siguen con nosotros con el paso lento del tiempo y con la sapiencia que siguen aportando.
Estos recuerdos cortos que compartimos con ustedes que seguro tendrán otras muchas historias a propósito de celebrarse hoy el Día de la Medicina Peruana, en honor a los hombres y mujeres que con la profesión de la medicina y sus especialidades brindan sus servicios, que como en todo en la vida no son perfectos, pero en gran número nos han traído la calma y curación a nuestras dolencias y enfermedades.
La reciente pandemia por la covid 19 nos ha vuelto la mirada hacia ellos y su nobleza a la hora de cumplir con lo encomendado al momento de juramentar como médicos, y todavía la garganta se nos endurece y los ojos se nos humedece al recordar a los más de veinte galenos entre loretanos y de otros lugares del país que prestando servicios en nuestros hospitales en atención a los pacientes contagiados, murieron. Nada los retornará por lo que nuestro agradecimiento eterno a través de las bendiciones a sus familiares. Nuestros héroes loretanos egresados de la Facultad de Medicina de la UNAP, a todos siempre los recordaremos.
En el Día de la Medicina Peruana cada 5 de octubre, también es importante mencionar que se recuerda al mártir de esta profesión, a Daniel Alcides Carrión, que sacrificó su vida para investigar a fondo la enfermedad denominada Fiebre de Oroya o verruga peruana. En acto heroico se inoculó sangre con la bacteria, para así poder describir cómo es que avanzaba este mal e incrementar los conocimientos de sus características o evolución de la también llamada enfermedad de Carrión.