Cada candidato ha ubicado en sus promesas electorales, diferentes estrategias y alternativas para lograr una educación adecuada a la realidad del país, pero ninguno se ha aventurado a señalar qué cobertura económica se otorgará en los pliegos presupuestales para que cada promesa se cumpla. Así tenemos que señalando en orden las promesas de los candidatos, encontramos lo siguiente:
Alejandro Toledo Manrique de Perú Posible: Plantea mejores escuelas con acceso a Internet y mejorar con una inversión adecuada el proceso educativo en los colegios, procurando que la sociedad se vea servida en la educación de sus hijos.
Keiko Fujimori Higuchi de Fuerza 2011: Ofrece reimplantar la ayuda social a los escolares, repartiendo buzos y calzado.
Luís Castañeda Lossio, Solidaridad Nacional: Promete luchar contra la exclusión mediante un adecuada currícula educativa moderna y creativa, pero sobre todo impartida a todos los niveles sociales sin ninguna discriminación. Asegura que de ser gobierno la educación de los futuros ciudadanos será de primer nivel.
Pedro Pablo Kuczynski Goddar, Alianza por el Cambio: En su mensaje resalta un interés digno de mención, pues al hablar de educación involucra no solo a los escolares, sino también a los universitarios, a los que ve como un futuro promisorio para el país, pero desarrollándose intelectual y técnicamente en universidades debidamente implementadas y con profesores de reconocida trayectoria académica.
Ollanta Humala Tasso, Gana Perú: Asegura que de llegar al gobierno, erradicará el trabajo infantil, procurando educación para que todos los niños, sin excepción, accedan a una educación total, hasta su incorporación a la vida pública del país.
Si revisamos cuidadosamente hasta donde avanzan las intensiones presidenciales para lograr un país sin analfabetismo, encontramos que cada promesa de cada candidato, solo toca someramente el tema, resaltando su tendencia a considerar la educación como una obligación exigida y no como una premisa sumamente importante en la vida del país. Es de esperar que a la hora de la verdad, el discurso se vuelva más preciso, pues lo que el país necesita, son nuevos líderes y estos emergerán precisamente de los hoy grupos alegres y bullangueros que actualmente ocupan las aulas escolares, mañana las universitarias y luego responderán por el progreso del país.