– A propósito de que los agresores también necesitan tratamiento
– Mujer y la construcción del «hombre nuevo».
– Repensar el modelo de hombre pasa porque los hombres asuman valores como la cooperación, el cuidado y el cariño.
Poniendo fin a la violencia contra la mujer, título construido desde un espacio colectivo proactivamente para el nombre de un foro realizado hace muy poco, aunque a muchos les resulte no adecuando, pero necesariamente no tenemos que ir indicando títulos y figuras de mujeres maltratadas, sufridas o muertas por aquel que la «ama o le amó alguna vez o simplemente porque fue mi compañía de momento», reflexionó la Lic. Silvia Arbildo Ruíz, coordinadora de la Red de Prevención contra la Violencia en Loreto.
«Pienso que el modelo social, económico y cultural, del patriarcado ha perjudicado grandemente a las mujeres, pero, también perjudica a los hombres. Los hombres no son ejecutores del machismo como una pieza que completa una figura, sino que también son víctimas, en tanto que el rol de género que se les atribuye implica sensaciones, valores y comportamientos inherentes a la persona, a la vez que influye en la elección del modo de vida y en las prioridades.
Las mujeres y hombres tenemos diferencias biológicas, que se nota a la vista. El sexo femenino y el sexo masculino, el hecho de ser hombre o mujer, es algo determinado por la naturaleza, pero las calidades, defectos y comportamientos que se les presupone en tanto que hombre o mujer, no son fruto de la biología, son impuestos a hombres mujeres en función al sexo, siendo parte de la construcción social: el género.
A la mujer se le adjudican las tareas de cuidado y reproducción no remuneradas, como algo que le es propio o inherente a su condición de mujer, cualidades como la delicadeza y el cariño y se le da el ámbito privado del hogar como su gran espacio, del que puede salir para trabajar, pero no puede olvidarlo porque es su responsabilidad.
Mujeres que compaginan hogar y empleo, a menudo en tareas relacionadas con su rol de las tareas domésticas, el cuidado y la reproducción o de ‘apoyo´ a las actividades importantes que desarrollarán los hombres.
A diferencia de la mujer, al hombre se le asigna el trabajo remunerado fuera del hogar, la autoridad y la inteligencia para desarrollar tareas de importancia, la competitividad, la fuerza, y lo que es muy importante se le atribuye el ámbito público, la capacidad de participar y decidir.
Con relación a la familia, al hombre se le imagina como el que provee el pan a casa después de un largo día de esfuerzo y relaciones sociales, lo que le otorga una autoridad y prestigio de los que no dispone la mujer.
La construcción del hombre nuevo pasa porque recuperen todo aquello que se les ha negado desde la infancia y pensar en nuevas relaciones sociales, sobre todo entre hombres y mujeres, en plan de igualdad, confianza y de aportación mutua entre personas, cada una con su proyecto vital y sus preferencias, y no entre sexos con roles establecidos.
Todo ello lleva implícito repensar el modelo de hombre y reforzar el proceso de liberación de la mujer, esta responsabilidad pasa por que los hombres asuman valores, cualidades y actitudes como la cooperación, el cuidado y el cariño, el mostrarse débil, el exteriorizar los sentimientos, compartiendo el cuidado de los hijos y ancianos.
En las relaciones sociales. En el ámbito sentimental se debe replantear el propio modelo de relaciones y reafirmar la capacidad de escoger qué tipo de relación se quiere y qué papel quiere jugar cada uno, si retrocedemos en el camino andado, tal y como indican algunas relaciones entre adolescentes que, soñando en el amor romántico, anulan la individualidad de cada uno y la chica tolera el mando y el control por parte del chico, la idea es apostar por un comportamiento igualitario entre el hombre y la mujer. La nueva masculinidad necesita enfrentarse a todos estos aspectos porque está lejos de la igualdad y el trato entre personas, así como debe cambiar las relaciones con la familia, el hogar y el trabajo», comentó. (D.López)