Por: César Sánchez Arce
Pocos días antes de cumplir 87 años, ha muerto Octavio Mavila Medina, Ingeniero Mecánico, deportista, empresario, intelectual y humanista. Tuve noticias de Octavio Mavila, cuando yo era aún niño y él era ya un destacado deportista, campeón internacional de motociclismo; años más tarde, porque así es el destino, joven aún, entré a trabajar en Mavila Hnos. Trujillo y tuve el privilegio de conocerlo y trabajar por más de 37 años en el grupo empresarial que él fundó y lideró; muchos de estos años a su lado. Conocí pues a este peruano valioso y extraordinario que destacó en todo lo que emprendió. Como ocurre con el deporte sólo los futbolistas son recordados, pero existen muchos otros peruanos que consiguieron glorias para el Perú y uno de ellos fue Octavio Mavila como destacadísimo Campeón Panamericano de Motociclismo en la década de los 50‘s, corredor de autos, atleta, paracaidista.
Como empresario, fundó innumerables empresas, entre ellas Mavila Hnos., Honda del Perú, Iquitos Honda (hoy MAVISA), Comercial Ucayali, Negociación Tarapoto, Cascoper, NASA, Inmobiliaria Santa Cecilia, etc. Fue presidente de IPAE e impulsor de las prestigiosas CADE anuales, fundador y presidente de ARAPER, la institución que agrupa a los representantes de marcas de automóviles, directivo por muchos años del Aeroclub de Collique, miembro de innumerables delegaciones de empresarios en viajes oficiales a diversos países del mundo. Su trabajo fue reconocido al ser declarado en el año 1976 “Empresario del Año” en nuestro país, y posteriormente distinguido con una condecoración del Emperador de Japón por su contribución al estrechamiento de lazos entre ese país y el Perú.
Incansable y terco convencido de la utilidad de la motocicleta como vehículo de trabajo, dedicó su vida a lograr que más peruanos tuvieran acceso a una motocicleta, siendo así que hoy se venden alrededor de 200 mil unidades anuales en el Perú. En este camino, fundó en 1975 Honda del Perú, empresa que presidió por muchos años.
Como lector incansable fue un ilustrado conversador, entretenido contador de anécdotas, historias y acontecimientos, y por supuesto permanente impulsor de proyectos. Ideó el Decálogo del Desarrollo y fundó el Instituto de Desarrollo Humano, como herramientas para lograr el desarrollo del país mediante las buenas prácticas de actitudes individuales. Sobre esto dictó innumerables conferencias tanto en el Perú como en el extranjero, principalmente en México donde su predicamento tuvo extraordinaria acogida que lo llevó a ser un permanente expositor en diferentes e importantes centros de estudios.
Empleador de gran sensibilidad, en los mejores tiempos de su grupo empresarial dispuso de beneficios para los trabajadores que ninguna otra empresa del país otorgaba.
Quizás uno de sus grandes logros fue la introducción del mototaxi, vehículo que se empezó a construir en la planta de Honda del Perú en Trujillo a fines de la década del 70, pero que en la inmensa crisis económica de nuestro país a fines de los 80´s, que dejó sin trabajo a miles de personas, fue la tabla de salvación para que numerosos desempleados se hicieran de un puesto de trabajo y tuvieran cómo llevar el sustento a su familia. Hoy en día son casi medio millón de puestos de trabajo lo que significa el uso del mototaxi como medio de transporte.
Sus empresas han sido siempre escuelas de ejecutivos y vendedores muy cotizados en el mercado laboral. Y en sus talleres se formaron multitud de mecánicos que, en muchos casos, salieron a manejar sus propios negocios de servicio técnico.
Habría mucho, muchísimo que decir de la vida de este ilustre peruano, como que estuvo muy identificado con Loreto, donde su padre sirvió como Marino y luego como político siendo Prefecto y Diputado y que él visitaba Iquitos por lo menos cinco veces al año; algunas otras anecdóticas, como por ejemplo que fue uno de los rehenes en la Residencia del Embajador de Japón, situación que según testigos nunca le hizo perder la calma; que cerca de cumplir los 80 años seguía haciendo deporte con sus caminatas matinales y hasta participó en una maratón de 5 km en Miami. En la historia del deporte, del empresariado y del desarrollo humano del Perú, su nombre tiene un sitial que se ganó con inteligencia, dedicación, esfuerzo y perseverancia.
Somos muchos quienes vamos a extrañar su gran capacidad de trabajo, su empuje para llevar adelante lo planificado, su trato siempre respetuoso para con el alto ejecutivo y el más modesto empleado, su agradable conversación y su característico “umm” cuando no estaba convencido de algo. Descanse en paz, Ingeniero Octavio Mavila Medina.
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