El artículo de Lizzy Flores, «El Precio de la Libertad de Expresión»: «La libertad de expresión es uno de nuestros más valiosos derechos. Constituye la base de todas las demás libertades y es el fundamento de la dignidad humana. La existencia de medios de comunicación libres, pluralistas, independientes es esencial para poder ejercer ese derecho». Mensaje conjunto del Secretario General de las Naciones Unidas, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Directora General de la UNESCO -Día Mundial de la Libertad de Prensa, 2012.
Toda libertad, y en este caso la libertad de expresión, tienen su precio. Un costo hasta de soportar calumnias e injurias para que la libertad prevalezca para todos.
La Corte Suprema de Estados Unidos en su caso Hustler Magazine Inc., Vs Falwell, donde el juez Renquist en la sentencia del 2 de diciembre de 1987 expresa: «El hecho que la sociedad considere que un determinado discurso es ofensivo, no resulta razón suficiente para suprimirlo. De hecho, si lo que ofende es la opinión de quien se expresa, esa consecuencia es una razón para brindarle protección constitucional, dado que es un principio central de la primera enmienda que en el mercado de las ideas, el gobierno debe adoptar una actitud neutral». También nos dice que «se establece firmemente que la expresión pública de ideas no puede prohibirse simplemente porque dichas ideas sean en sí mismas ofensivas para algunas personas que las escuchen». Los principios de la libertad de expresión se encuentran sujetos a limitaciones. Pero éstas en el contexto de la legislación y la regulación no pueden impedir que estas opiniones salgan a la luz pública.
Si bien es cierto que la ley de EE.UU no es aplicable en Perú, cualquier sistema democrático que haya suscrito convenios, en función de la protección de los derechos humanos, como lo ha hecho nuestro país, está obligado a enmarcar su legislación y regulación dentro de los mismos enunciados.
El gran obstáculo es la intolerancia. Todos queremos que nuestras ideas se escuchen, todos queremos que nuestras ideas se difundan, estamos dispuestos a luchar y muchas veces, llegar a las últimas consecuencias para que esta libertad nos sea concedida. Pero ¿Cómo vemos ese derecho en los demás? Los que piensan diferente de mi ¿Tienen mi mismo derecho? ¿Será correcto que también ellos luchen por difundir sus ideas?
Cuando hablamos de libertades, hay un problema de fondo que muchas veces no reparamos en él. Si las libertades no son para todos o no pueden ser disfrutadas por todos, se convierten en opresión y terminan negando la misma libertad que representa.