Nadie está libre de una desgracia, menos todavía los niños que son más frágiles, propensos a un accidente o a una enfermedad que les niegue las alegrías de la infancia, a su crecimiento normal y a su desarrollo integral.
En Iquitos, estamos concurriendo a hechos que jamás hemos tenido conocimiento. Nunca hemos asistido a situaciones tan desagradables como ver a un niño con escasas posibilidades de valerse como uno de su edad por tener una enfermedad tan rara como difícil de sobrellevar como es la epidermólisis bullosa, conocida como «piel de mariposa».
En este caso, la piel del afectado se caracteriza por ser frágil, débil, extremadamente sensible y vulnerable, que al menor contacto físico se les desprende la piel, causándoles heridas y ampollas como una gran quemadura. Ese caso se ha presentado en nuestro medio por primera vez. Su tratamiento es sumamente especializado y caro y, es en Chile, donde existen médicos especialistas para ello.
Otro que por estos días está causando preocupación es el caso de una niña de 7 años de edad, que padece de parálisis cerebral, que no es una enfermedad sino una lesión a una o más áreas específicas del cerebro, producida antes, durante o después del nacimiento. El caso de esta niña es que se la ocasionaron al momento de su nacimiento.
La parálisis cerebral, según los entendidos, es un padecimiento que se caracteriza principalmente por la inhabilidad de poder controlar las funciones del sistema motor, produciendo espasmos o rigidez en los músculos, movimientos involuntarios, y/o trastornos en la postura o movilidad del cuerpo, tal como dice la nota periodística sobre este caso, aparecida ayer en este diario. La curación de la lesión es posible en Lima, pero eso cuesta 15 mil dólares, lo que no está en posibilidades de sus padres.
Ante estos casos, eventualidades muy especiales diríamos, en nuestros niños, creemos que debería haber un fondo especial de ayuda social de parte de las instituciones públicas como las municipalidades y el gobierno regional, dedicado a hacer posible el tratamiento y curación de estos asuntos que afectan su vida. Las representaciones públicas no pueden ser insensibles ante el dolor y la impotencia de padres que por no contar con el dinero requerido, tengan que convivir con la tragedia de sus pequeños. Si a cuestiones de poco interés social se destinan considerables aportes, ¿por qué no a causas más dignas?