¿El libro en proceso de extinción?

Así como en la antigüedad, infinidad de pueblos, reinos o principados rendían culto a ciertas aves oráculos, que según su graznido o canto permitían enterarse de posibles males o desgracias que asolarían aquellos lugares mediante enfermedades o guerras; así en la actualidad, en el mundo  moderno, agoreros personajes metidos a críticos literarios, vaticinan según su exégesis,  que el libro en su esencia más firme, desaparecerá o está en vías  de desaparecer, avasallado, según los vaticinadores,  por  la Web que dada  su naturaleza se cierne como una amenaza sobre el sistema más perfecto para culturizar a las masas, como es el libro.

 

Pregonado por las mentes más lúcidas de la humanidad actual, como paradigma de múltiples conocimientos,  el libro es la forma más perfecta de culturización; y  resulta humillante que siquiera se piense, aunque sea  mínimamente que los libros digitalizados en línea, reemplacen la lectura, ese quehacer íntimo que en un lugar especial de  la casa, en amena convivencia libro hombre, recrean sus fantasías, llegando inclusive a una especie de romance donde la edad no cuenta, pues esos textos cuya vigencia data de cientos de años, amarillentos por la edad pero íntegros en sus contenidos, sirven para recordar al hombre que el papel es eterno, por supuesto que gracias al delicado cuidado que le prodigan sus cultores.

 

Es la verdad más cierta  del mundo. El libro así como el periódico tienen vida eterna, pues soporta ralladuras y muchas veces mutilaciones y efectos nocivos del clima húmedo que se adhiere  a su textura, pero allí está, avejentado y borroso, pero con su lectura intacta, esperando nutrir de sabiduría a los nietos o bisnietos de generaciones que ya se fueron.

 

En el caso de la tecnología digital, así como en la utilización del famoso google; y el woord  perfect 4,2  ¿quién nos garantiza que la información digital será accesible luego de transcurridas dos o tres décadas?

 

Eso por un lado, por el otro es preciso remarcar que el libro tiene su «sanct sactorum» propio  donde mora por los siglos de los siglos, en ese bello recinto que se llama biblioteca, donde en amigable coloquio con el hombre irradia sobre su ansia de saber, su contenido social, histórico, científico, literario cultural, etc. etc, etc. Es decir todo un torrente de sabiduría que nos hace decir satisfechos: Gracias libro.