¡N O AL PETRÓLEO! ¡NO A LA MINERÍA! ¡ NO A LA TECNOLOGÍA!

Desde hace un par de décadas venimos escuchando gritos de cierto grupo  de personas que mueven a la gente exclamando ¡no al petróleo! ¡no a la minería! ¡no a todo! Ruidos desaforados, sin fundar lo que se quiere negar. Dinero contante y sonante que  llegado del extranjero  a la región Loreto y a la Amazonía en estos últimos 30 años  en aproximadamente cien millones de dólares y el beneficio no se ha dejado de sentir en los pobladores pobres ni en  la naturaleza. Muchos de los que exclaman estas arengas y, que por desgracia los sigue una población desinformada, hacen doble vida (como  mi compadre saca vueltero) Gritan y gritan en público, incluso enlodando en la violencia verbal con  sus discursos inflamados por la pasión: «si no cumplen con tal cosa ríos de sangre correrán en Iquitos» y luego se van a pedir trabajo en las compañías que critican y, para buena suerte (no hay sin suerte decía mi abuelo) les dan chamba.  Estas patéticas escenas públicas, a muchos de estos gritones les sirvieron para trabajar en las  compañías petroleras y otras, asesorando y haciendo planes de desarrollo, dizque, sostenible.  En tanto que estos chicos vivos mejoran su situación económica y social de manera individual y familiar (sus hijos estudian en colegios y  universidades particulares, viven en regias mansiones de la capital o del extranjero, etc.) los que les creyeron (incluido el suscrito) viven comiendo fariña con huevo frito y un té de hoja de naranja de mi huerta endulzado con unos cuantos caramelos que compro donde el vecino serranito y tomando  shibé y a veces me las paso, como muchos otros que creímos en estos  ecologistas (no ecólogos que son científicos),  con dos pates de masato sin dulce (50 centavos el envuelto), por eso es que estamos buchisapas. Mientras a estos falsos profetas como dice la biblia los  encontramos comiendo pizza, fetuccini, bisteck de lomo fino de carne de vaca argentina, tomando vino chileno, elaborados con productos transgénicos, nosotros los excluidos, como en el fenómeno de Pavlov, miramos desde las puertas y ventanas de los restaurants y tragamos nuestra saliva, como dicen los mal hablados,  le ocurre a don Carlos  cada vez que se cruza con un sambo de 1.90 m.  y con un zapato de medida 44. Cuenta su asesor personal y chaleco  (mucho cuidado con los asesores de confianza) que don Carlitos (charles en inglés, Charlie en alemán, Charlotte en francés) que expresa: agárrame, me desmayo, dame agua, me ahogo con mi saliva hasta que pasa el efecto Pavlov, es decir el sambo.

Todo dicen no, como aquella primera chica que tuvo mi compadre Mañuco, que cada encuentro apasionado que tenían en una esquina del mercado de Belén,  decía no, no, hasta que nueves meses más tarde vino el no, un hermoso bebé, que el sinvergüenza de mi cumpa no quiso reconocer, todo porque dice que le había grabado a la susodicha diciendo no. Excusas, nada más que excusas como en este caso del petróleo y de la minería en la sierra de Puno. Bueno, ahí en Puno,  por lo menos se ha demostrado el porqué se mueve a la población a decir no a las mineras formales: por el contrabando (culebras le llaman a cientos de camiones que vienen de Bolivia y de otros países), al narcotráfico y a las mineras informales. Pero, aquí, el no sólo debe ser para decir a las compañías que sí se puede, pero con verdaderos programas de conservación del ambiente, con programas de proyectos productivos que nazcan de los propios comuneros, trabajar con empresas que formen los nativos y los loretanos en general para el beneficio de todos. Existen miles de tecnologías para hacer industrias petroleras limpias, para reinyectar, para restaurar los suelos, las aguas, para capacitar a los nativos (indios y mestizos) en administración y en ingeniería y dar trabajo a cientos de técnicos y profesionales que egresan de nuestras universidades, de nuestros tecnológicos, de otros centros de estudios superiores, respetándose mutuamente en lo  cultural, sin intermediarios burocráticos y supuestos líderes que sólo se tiran el dinero y dejan en la pobreza a sus hermanos. Existen muchos ejemplos de compañías petroleras nacional, internacional y regional  que vienen trabajando de esta  forma moderna  de hacer industrias limpias. Una de ellas es la Pluspetrol, que hasta ahora  nadie destaca lo bueno que hace con las poblaciones. Tampoco ya  no discuten ni cuestionan  los resultados positivos  que presentan en cuanto a reinyecciones, a restauración de los suelos y aguas, a trabajos sociales, a trabajos comunales de inspección ambientales de los mismos nativos, capacitados por ong como pro naturaleza y otros organismos gubernamentales (cómo discutir la verdad) . Yo estuve en la comunidad de Belén de la quebrada de  Plantanoyacu, en el segundo semestre de 2009, creo que fue en un viaje coordinado con Talismán,   en el rio Corrientes,  hice  entrevistas a todos los pobladores de esa comunidad y de otras aledañas (aquí no hubo muestreos)  y el cien por ciento de los entrevistados no quieren que se vayan las compañías. Los únicos que dicen no al petróleo son los falsos profetas que buscan pretextos para ganar dinero con innecesarias  alarmas y datos nunca comprobados científicamente, como dice el autor del «ecologista escéptico»: Muchas de las protestas de las ong ecologistas sólo buscan causar pánico para incrementar sus bolsillos.  Un claro ejemplo que sí se puede es lo que ha hecho Lula y su sucesora, Rafael Correa del Ecuador (que está pidiendo  4,000 millones de dólares para no tocar el petróleo del Yasuni) y el presidente Obama en reservas de Alaska, conservacionistas declarados, los únicos lornas, como dice mi causa del porvenir,  seríamos nosotros si nos dejamos arrastrar por los gritos desesperados que lo único que quieren es enriquecerse con el miedo de sus semejantes.