Puede sonar a insistencia y quizás merezca el calificativo de «refrito» periodístico el volver a tratar un tema que ha sido debatido en más de una oportunidad, pero nada impide que volvamos a insistir en que se precisa ahora más que nunca, capacitar a los contingentes policiales, sub oficiales (antiguamente guardias) y oficiales PNP que al inicio de su carrera se activan en las comisarías en lo que se refiere a la zona urbana y puestos policiales en la zona rural, cometiendo diversas violaciones a las normas legales, todo por carecer de una adecuada instrucción jurídico policial que les permita determinar hasta dónde un acto doloso o violento es delito.
Nuestra inquietud deviene del hecho que permite determinar la ignorancia policial, en un hecho de sangre que pudo terminar trágicamente, si los vecinos de la víctima, esta vez una frágil mujer, no hubieran intervenido para evitar que el insano individuo asesine a su pareja a golpe de palos con un trozo de madera cubierto de clavos que a cada golpe del monstruo, causaban heridas cada vez más profundas en su frágil cuerpo.
La llegada de la madre de la víctima al escenario de los hechos permitió que la joven mujer dejara de sufrir el doloroso abuso que quedó manifestado en la abundante cantidad de sangre que, manando de las heridas infligidas por el desquiciado, inundaban la modesta ropa de cama de la víctima y eran la prueba fehaciente del infame delito; sin embargo, increíblemente al ser capturado y conducido a la comisaría del sector, es puesto en libertad, porque según el criterio del Comisario de turno, que normalmente es un mayor, no existía flagrancia del delito.
Increíble dirán muchos, sin embargo es un hecho real que revela preponderantemente, hasta dónde llega la improvisación y la ignorancia, por falta de una preparación adecuada a quienes tendrán que hacer cumplir la ley con serenidad y conocimiento del rol que deben cumplir ante la sociedad que les confía el cuidado de su bienestar, pero, para ello se precisa que la instrucción impartida en los institutos forjadores de la formación policial esté impregnada de esa esencia humana y determinante que es la ley de la razón, que es la que no permite equivocarse.