Un análisis y reflexión de la definición de empresario

Por: Alexci Igor Chong Ríos (1)

 

Siempre nos preguntamos ¿quién es un empresario, qué hace y cuál es su función? y generalmente la conciencia popular lo relaciona íntimamente al concepto de empresa y lo personaliza como una realidad social y económica. Para aproximarnos a un enfoque más holístico, recurrimos a la teoría económica y ésta nos proporciona algunos conceptos diferenciados del empresario visto desde la perspectiva de los economistas neoclásicos, keynesianos y contemporáneos.

Los economistas neoclásicos que surgieron a finales del siglo XIX, conocidos también como teóricos de la «utilidad marginal» y divididos en sus diferentes escuelas (la austriaca, la de Cambridge  y la matemática de Lausana), a través de los escritos de Marshall, identifican al empresario en aquel que administra, innova y toma riesgos. Todos los autores neoclásicos lo atribuyen un papel individual. El aporte de estos economistas es funcional, es decir, le atribuyen papel esencial en el proceso productivo y sus beneficios se explican por el exitoso cumplimiento de dichas funciones. Por tanto el empresario neoclásico puede asociarse con el burgués ordenado y racional.

Para los keynesianos, especialmente Keynes en su escrito de la teoría general de la ocupación el interés y el dinero (1936), y para marcar distancia con los neoclásicos, manifiesta que el empresario depende más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática o económica. Indica, además, que la mayor parte de sus decisiones son el resultado exclusivo de sus instintos, de una especie de resorte que invita más a la acción que a la inacción y que no es el resultado de un cálculo, por elemental que sea, de utilidades esperadas y sus respectivas probabilidades. Finaliza afirmando que la iniciativa individual sólo será adecuada cuando al cálculo y la racionalidad se le añada el apoyo de los instintos.

El aporte de la definición de empresario para los economistas contemporáneos es mucho más amplia debido a la complejidad de las organizaciones, tamaño y economías de escala. Solo nos referiremos a Shumpeter, uno de los economistas más destacados del siglo XX. Su análisis parte de estudiar los ciclos y el crecimiento económico desarrollado en 1911, y concluye que parte de las causas lo encierra en la teoría del espíritu emprendedor (entrepreneurship) del empresario y lo ve como alguien que innova y toma riesgos, popularizando la frase «destrucción creativa» como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones. Su observación llevó a formular su teoría de «empresario emprendedor» como un modelo humano en el que reconocía como el gran agente del portentoso desarrollo económico que trajo la época moderna. De acuerdo con esto, este empresario innovador, creativo e incluso subversivo y revolucionario, es el principal responsable del desarrollo económico. En consecuencia, no todos los empresarios merecen el título  de entrepreneur (emprendedor).

Estos múltiples enfoques, nos hace reflexionar y nos preguntamos ¿y qué diferencia hay entre el capitalista y el empresario? Más aun, existiendo empresas con muchos capitalistas (accionistas) y que no tienen la función de gerenciar la empresa y otorgan la administración a un empresario profesional. Este lo sume no solo un riesgo patrimonial sino un riesgo en su puesto y su prestigio. Entonces la características del empresario actual es la de ser un empresario profesional, promotor, innovador y administrador.

Bajo este análisis, es importante complementar el enfoque con la pregunta ¿Qué hace falta para emprender e innovar sabiendo que la evidencia internacional confirma que los niveles más alto de desarrollo en los países se basa en estos dos pilares?. El problema es complejo y se enfocan básicamente en tres niveles: El nivel macroeconómico del país, el nivel intermedio de las empresas y el nivel básico de los individuos. Para lograr una sociedad más emprendedora, es necesario activar conjuntamente el potencial de las personas, las empresas y el contexto macro.

Siempre reflexiono sobre como el Japón creció. Y para entender esto recordamos a los Keiretsu. Los Keiretsu son grandes familias o grupo de organizaciones independientes y fueron la clave del éxito económico de Japón después de la II Segunda Guerra Mundial. Previo a ello, la economía y el sistema político de Japón estaba dominado por los zaibatsu, quienes eran fuertes y estaban concentrados en familias. Su poder se extendía mas allá de los negocios hasta el gobierno y la política. Después de la II Guerra, éstos fueron divididos y algunos de ellos recuperaron algún poder económico y llegaron a ser los grupos industriales que conocemos hoy como los Keiretsu.  En el centro de los Keiretsu están los grandes bancos y las compañías comerciales e industriales independientemente ligadas entre sí por la propiedad cruzada de acciones, juntas directivas solapadas y acuerdos formales e informales. Actualmente quedan en Japón 4 Keiretsu: Mizuho, Sumiiomo Mitsui, Sanwa tokai (toyota) y Mitsubishi. En Corea, existe una forma similar conocido como los Chaebol (Hyundai, Samsung, LG y SK).

Este ejemplo es importante para comprender como los empresarios en Japón y Corea se unen de algún modo ante los rápidos cambios sociales y económicos y sobreviven en base a la mística empresarial.

En nuestro país, se reconoce a empresarios que reinvierten en el país y extienden sus filiales a otra fronteras, con filosofías de adaptación, innovación y emprendimiento, con visión de largo plazo. Tenemos al grupo Brescia en Chile, Gloria en 5 países, Credicorp con 4 empresas en Chile, Belcorp, Graña y Montero, Kola Real, Mina Buenaventura, Intercorp, entre otros.

 

(1) Ingeniero y Magister en Finanzas por la UNAP. Actualmente cursando un Doctorado en Gestión Económica Global en la Universidad Mayor de San Marcos.