La situación jurídica de los adolescentes infractores de 16 y 17 años ha dado un vuelco desde la aprobación el 7 de noviembre en el Congreso de la República de una ley que los clasifica como delincuentes sometiéndolos al sistema de justicia ordinario con penas de cárcel, ha suscitado preocupación en diversos sectores de la sociedad. Esto plantea interrogantes cruciales como ¿es viable reeducarlos?, ¿deberían tener una segunda oportunidad?
Son interrogantes que plantea Susana Mendoza Sheen en un artículo periodístico que consideramos muy valioso para la reflexión y toma de acciones en defensa de los adolescentes infractores, porque merecen un trato diferenciado a los adultos que cometen delitos.
En el artículo se vierten opiniones y comentarios de varios especialistas, uno de ellos señala que los datos demuestran que el problema de la delincuencia no lo generan los adolescentes, sino los adultos. Solo 1 de cada 100 personas denunciadas por cometer delitos en el Perú tiene menos de 18 años.
Por lo que surge la pregunta ¿Es posible reeducar al adolescente infractor? Así el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) salió al frente reuniendo a un grupo de expertos para explicar por qué un adolescente infractor de la ley, ya sea hombre o mujer, requiere un trato acorde a su edad, a su desarrollo neurológico y emocional.
Este debate se presenta justo cuando esta semana se conmemoró el 35 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989. Y el representante de Unicef en el Perú, Javier Álvarez, que participó en la reunión afirmó que estos adolescentes merecen una segunda oportunidad para asegurar su reinserción en la sociedad. Privarlos de libertad, no soluciona los problemas de inseguridad y criminalidad que enfrenta el país.
El funcionario de Naciones Unidas citó estadísticas del Ministerio Público de 2023, según las cuales la participación de adolescentes en la criminalidad en el Perú representa solo el 1.5%, mientras que el 98.5% corresponde a adultos.
Además, se conoce que, gracias a la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse frente a nuevas experiencias o cambios en el entorno, los adolescentes de 16 y 17 años tienen la oportunidad de iniciar procesos significativos de cambios si reciben estímulos positivos.
Es nuestra responsabilidad apostar por esa posibilidad con los recursos presupuestarios necesarios y los esfuerzos que implican, antes que arrojarlos al barranco de la criminalidad. Y mejor aún, prevenir desde niños y niñas que no sean empujados a cometer infracciones ante mucho dolor y necesidad extrema en la que viven, influenciados también por una sociedad que transmite mucha corrupción desde los adultos.