Tranquilidad ciudadana

La ciudadanía preocupada por la seguridad en Iquitos y en todos los lugares de la región, siempre se pregunta (porque lo hemos escuchado en diferentes espacios y reuniones), sobre por qué personas detenidas y con evidencias de haber cometido actos delincuenciales en contra de pobladores, son detenidos y luego liberados.
Estos mismos sujetos en el paso de los días o semanas de su liberación nuevamente son encontrados cometiendo similares delitos en contra de indefensos ciudadanos, a quienes que si se les va la mano en acto de defensa propia, pueden ir a parar hasta la cárcel antes que quien los agredió. Este último punto es otro de los reclamos ciudadanos pendientes de solución con una mayor claridad y contundencia legal.
Así respecto a nuestras leyes, estando en un evento internacional por el Caribe, al conocerse nuestra nacionalidad peruana nos felicitaron por tener las mejores leyes de Latinoamérica, pero que lamentablemente no se hacen cumplir con rigor, mientras que, en ese país caribeño con tan sólo habernos copiado y adaptado a sus realidad unas cuantas leyes nuestras, la aplican drásticamente y su porcentaje de delincuencia es muy bajo, apenas un 2%.
En ese lugar los robos no se miden por el valor de lo robado, es la intención de afectar un bien ajeno, y punto, a la cárcel. Y si una vez cumplido hay reincidencia la pena es mucho mayor y más distante para poder estar nuevamente por las calles afectando a la ciudadanía que vive dentro de la legalidad con respeto.
Medida que obviamente ha logrado una vida tranquila en sus pueblos, además de una fuerte dosis educativa en relación a respetar lo que no les pertenece a las personas. Que el robo es una deshonra mayor. Así como los actos criminales para los cuales las penas son drásticas, y dentro de los penales deben producir para vivir, además de la participación en los planes de readaptación social.
El tema es muy amplio y profundo, pero también muy práctico si se quiere defender a la ciudadanía de los actos delincuenciales que nos afectan como sociedad, y que va en contra de la propia persona que lo perpetra afectando a su entorno personal más cercano, incluso, porque tras un encarcelamiento hay dolor en la familia y otros seres queridos.
Es urgente perfeccionar nuestra legislación que castiga la delincuencia común y criminal, que es buena como dicen por el Caribe, pero la realidad ha sobrepasado sus alcances, puesto que los escenarios son distintos, de hecho, necesitamos adaptarlos a nuestra nueva realidad y aplicarlos con rigor. La recuperación de la tranquilidad ciudadana está pendiente.