Trabajo, no “cachuelo”

Activar la producción, valor agregado, instalación e implementación de capacidad productiva, capacitación en negocios, exportación, conectividad; son algunos de los conceptos que nos podrían llevar a la generación de empleos propiamente dichos, que impliquen el reconocimiento de los derechos laborales del país.
A ello tendrían que apuntar los proyectos de las autoridades en general ante la falta de empleo que se vuelve cada vez más crítica en todas las regiones, que reclaman a gritos aplicar la ley de descentralización y se destrabe todo lo que apunte a generación de empleo, no temporal, sino en un grado de mayor estabilidad.
Esto es lo que el común de peruanos esperamos de nuestras autoridades, que se preocupen por pensar, analizar, gestar proyectos que en el corto, mediano y largo plazo sean los espacios de creación de puestos de trabajo. Que sus esfuerzos apunten a esta meta, mientras en paralelo se pueda dar un empuje a mayor empleabilidad temporal a través de programas como Trabaja Perú.
Esto último como un paliativo, pero, reiteramos que los esfuerzos deben apuntar a mover y darle con fuerza al tema de la productividad, y para ello se tienen que dar las condiciones, como en temas de servicios y otros. Todo en el marco de una política de Estado que se centre en dos o tres puntos que nos empujen al crecimiento económico, lo demás caerá por su propio peso de forma positiva.
El centralismo limeño hace rato que colapsó junto a ese concepto de generar un “cachuelo”, para el peruano provinciano desempleado. Necesitamos trabajo lo más digno posible, no “cachuelear”. Y en esto la cabeza de gobierno si no lo tiene claro, nadie lo hará, o por lo menos no tienen el poder para empujarlo, y nos seguiremos sumergiendo en una clase “trabajadora” donde el delinquir en lo común, en lo criminal, o en corrupción, siga ganando adeptos, lo que nos convertiría en una sociedad inviable, más cercana a su autodestrucción.
Las actuales autoridades centrales están dando muestras de ir sentando bases para cambios sustanciales, pero uno de los puntos también debería ser la estricta austeridad en el gasto público, identificando y eliminando todo lo que pueda resultar superfluo frente a la situación de pobreza actual que vivimos, y así engrosar el tesoro público, para revertirlo en proyectos productivos que activados y bien conducidos generen trabajo, y no “cachuelos” que degenera en incremento de la pobreza, de la cual contradictoriamente queremos salir.
Las fórmulas inteligentes existen, se conoce cuál es el camino a seguir, experiencias propias como país y de otras naciones del mundo existen, el tema está en dar el paso valiente e inteligente, para imponer en el marco de la ley el desarrollo sostenible que teorizamos y no ponemos, todavía en práctica total. Los mercados del país y del mundo, esperan la decisión de los gobernantes de turno, para prosperar. Elevamos un Ave María.