Hemos ingresado al mes número 12 y el último del calendario anual que corresponde al mes de diciembre, y como es costumbre desde hace muchos años las luces alusivas a la navidad y a la llegada de un nuevo año no se hicieron esperar, que inclusive desde inicios de noviembre se empezaron a asomar a la vista principalmente en la zona comercial de Iquitos, y de seguro de otras ciudades y pueblos de Loreto.
Lo que nos caracteriza acá en nuestra región, sobre todo en la zona más ribereña es el sonar de los tambores que van a anunciar el nacimiento simbólico del Niño Dios, que puede estar representando con las características de una etnia Amazónica o de un mestizo selvático, para hacerlo más cercano al Jesús de Nazareth de la milenaria zona de Israel, donde curiosamente siguen esperando al Mesías, que para ellos todavía no ha llegado a la tierra, lo que se refleja en un bajo porcentaje de cristianos entre sus poblaciones.
Para nosotros y muchos cristianos en el mundo Jesús fue y sigue siendo el Mesías, el enviado por el Dios Padre para librarnos de los pecados que lamentablemente no lo superamos y sus Mandamientos están escritos y con la posibilidad de que se cumplan, puesto que es la parte más difícil como se confiesa diariamente, y se puede ver en las acciones. Es por ello que la Navidad invita a la conversión, también.
Este mes de diciembre esperamos que no sea uno más, quizás podamos hacer el esfuerzo de comprometernos en tareas cercanas al mensaje de Jesús, mirando a nuestro alrededor en el soporte en algo hacia nuestro prójimo, así como comprometernos cada uno de nosotros tras una autocrítica como cristianos y mejorar, ya que no se necesita ser sacerdotes, ni monjas, menos santos ni santas, para vivir en cristiandad. Hoy es el presente, mañana no sabemos, Dios nos coja en una vida de acuerdo a sus enseñanzas.





