En una democracia sólida los poderes del Estado tienen su independencia y su propio peso para equilibrar la administración de la sociedad en su conjunto, pero ¿qué pasa cuando desde el Poder Legislativo o Congreso de la República se modifica la Constitución subordinando a otros poderes del gobierno al poder legislativo, o sea, a la mayoría de parlamentarios?, sucede que estamos frente al ejercicio de una nueva forma de dictadura.
Lo que sostenemos acá, muchos peruanos lo han identificado, hasta desde una mirada desde fuera del país lo reafirma un artículo de opinión publicado en el prestigioso diario estadounidense The New York Times, de la autoría de Will Freeman investigador de estudios latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores.
Lo publicado en este famoso diario de Estados Unidos, también fue comentado en el diario La República de nuestro país, señalando que el artículo de Freeman analiza y describe la realidad política peruana a partir del ejercicio del gobierno. “El poder para administrar el gobierno se ha trasladado de la presidencia de la República, convertida en una figura decorativa, a un conglomerado difuso de grupos políticos con representación en el Congreso, sin un liderazgo identificable, que impone su ideología e intereses a todo el país sin importar los sentimientos o puntos de vista de la ciudadanía”.
Freeman expone: «Estos mismos poderosos políticos prometen medidas drásticas contra las pandillas, pero no hacen nada para frenar las economías ilícitas de las que prosperan. La historia reciente muestra que hay formas más insidiosas y no visibles que hacen que las democracias mueran sin un dictador plenamente identificado.
En Perú, no hay un autócrata electo ni un hombre fuerte populista. El señor José Jerí es el séptimo presidente en ocupar el cargo desde 2018. Pero muchas de las libertades básicas que asociamos con las democracias funcionales se están desvaneciendo: la libertad de trabajar sin ser extorsionado, de denunciar delitos o corrupción oficial sin represalias, o incluso de caminar por la calle sin temor a las pandillas». ¿Hasta cuándo?
Will Freeman concluye señalando que resistir, luchar y vencer a este nuevo tipo de dictadura, sin una cabeza visible, es más difícil, pero no imposible. Y que las próximas elecciones generales pueden ser una oportunidad de apoyar a un candidato que represente una visión democrática, que respete la participación política de todos los ciudadanos, la separación de poderes y la institucionalidad, para lo que será importante construir poder desde el Estado y la sociedad civil.





