La comunidad internacional viene dando muestras de solidaridad hacia el hermano país del Ecuador, por los hechos delincuenciales de fuerte magnitud que afrontan desde ayer en horas de la tarde, con los hechos que han dado la vuelta al mundo a través de los diversos medios informativos.
Nuestro país ha hecho lo propio y se han tomado medidas inmediatas como la declaratoria de emergencia que de la zona de frontera que incluye a nuestra región Loreto.
Es en estas circunstancias que surge la idea de coordinaciones entre los países para hacer frente a la problemática que viene generando el crimen organizado, aunque por todo lo que viene ocurriendo en los últimos años, la policía de investigación ya debe haber alertado en sus informes internos.
Los indicios de que más temprano que tarde se va desatar situaciones muy difíciles que pone en mayor vulnerabilidad y riesgo a la ciudadanía, a los civiles inocentes. Y como señaló la comunidad andina que se debe actuar de forma coordinada para “reafirmar el imperio de la ley, la protección de los derechos y el bienestar de los ciudadanos andinos”.
El atentado que ocurrió en Ecuador, es una señal, un aviso de cómo el crimen organizado avanza la paz y seguridad en nuestras naciones, en realidad que ello está ocurriendo, pero en distintas modalidades, además de unas acciones más explosivas que otras.
Es frecuente hasta en nuestra ciudad de Iquitos y otras de la región, de grupos delincuenciales integrados por personas al margen de la ley de distintas nacionalidades, en nuestro caso de peruanos, colombianos, venezolanos y brasileros, que evidencia la internacionalización de sus actos, al estar estableciendo actos delictivos conjuntos
La paz y la seguridad están amenazadas hace buen tiempo y va en aumento, para nuestro pesar, y esperamos que la situación de emergencia en toda la línea de la frontera de Loreto, sea el inicio de la lucha por la tranquilidad en la zona, cuyos reportes desde allá nos hablan de situaciones de violencia que soportan familias enteras, compatriotas nuestros que siguen esperando la voluntad, decisión y presencia efectiva del Estado con todo su aparataje, para devolverles una vida pacífica.