Con una euforia que le ganó adeptos en su momento, un ardiente ciudadano, aprista al parecer, exclamaba en una reunión de café sus conceptos sobre la política nacional, arguyendo con una envidiable elocuencia, que el Perú sin el APRA dejaría de tener partidos políticos serios, responsables y sobre todo debidamente organizados, con representación en toda la República, como si lo es el partido aprista.
Añadía a su forma de ver la política actual, su extrañeza por el protagonismo que todos los movimientos políticos de la actualidad y de los que aún quedan en el candelero político nacional, le endilgan al APRA cuando haya algún escollo en el camino de tal o cual candidato, pese a que el APRA no está en campaña, pues no tiene candidato presidencial. En este punto el citado orador se solazó enumerando todos y cada uno de los episodios, sobre todo de Ollanta Humala contra Alan García; y vaya que sí estaba en lo cierto, pues si ha habido alguien que se ha pasado cuatro años pidiendo el receso de García y poniéndose siempre como víctima propiciatoria de todo lo que decía o hacia el mandatario, ese ha sido precisamente el líder nacionalista.
Pero, como afirma nuestro personaje, no sólo de las tiendas nacionalistas saldrían las acusaciones contra el mandatario y el APRA, al cual entre todos ya le han trazado una línea de conducta que aseguran es la que seguirá el actual mandatario para volver al poder en el 2016.
Por ejemplo en los predios opositores al APRA, se asegura que fue Alan García quien fraguó la candidatura de Mercedes Aráoz, en contubernio con Jorge del Castillo para desarticular a la actual dirigencia del partido y hacer ver, luego de dejar el poder, que él es el reconstructor el APRA, partido al cual encontrará en escombros.
Finalmente, dijo nuestro circunstancial personaje: «Menos mal que los Wikileacks ponen al descubierto una conjura (así lo calificó) forjada por un ex ministro de Toledo, porque ya el damnificado y un columnista anti aprista rabioso y anti Alan, habían tejido una versión que acusaba al APRA y a Alan García de ser autores de tal desaguisado.
Hasta donde hemos notado, en todas las tiendas políticas se vive alerta por mantener siquiera lo poco que han logrado como causal electoral, es así como las instituciones que aspiran al sillón presidencial, de una forma u otra procuran mantener una cierta presencia que les permita una identificación saludable a futuro.