Quisiéramos declinar en nuestra tarea de escribir temas sobre la miseria, el ultraje, la violencia y la falta de humanización para los desvalidos que necesitan una mano amiga y generosa; pero, lamentablemente, tenemos que hacerlo, pues son precisamente esos estratos de nuestra sociedad que más necesitan de muchas reformas e innovaciones en los hospitales de Loreto.
Lo que afirmamos es una lamentable y viejísima realidad que se acrecienta con las actitudes de quienes habiendo aceptado determinadas condiciones de pago, recurren a situaciones de fuerza para lograr ventajas económicas, sin tener en cuenta que la población vive como si estuvieran condenados al infierno y a la muerte. Tal situación deberá hacer reflexionar y entender a las autoridades regionales, la gran responsabilidad de comprometer los recursos propios del canon y sobre canon para formular, entre otros, los programas económicos del controvertido sector Salud.
Si a esto agregamos la visión que brindan los ambientes hospitalarios, nos encontramos que la mayoría de instalaciones de los hospitales, tanto el Regional, como el de Apoyo Iquitos o EsSalud, muestran escenas que nos espantan por los cuadros deprimentes y dolorosos, de salas de espera repletas de pacientes enfermos sin alimentos, madres que amanecen cubiertas con frazadas llenas de mugre, niños desnutridos y recostados en las sucias paredes e inservibles bancas, al acecho de la voz de una técnica o malcriada enfermera para anunciar la llegada del médico que deberá atenderlos después de una larga e interminable expectativa.
A estos padecimientos que se viven dentro de un nosocomio, se suman los efectos de absurdas huelgas de los servidores hospitalarios que, en lugar de reclamar por una mejor infraestructura y adecuado presupuesto para el sector salud, reclama mejoras salariales individuales, importándoles muy poco el problema de toda una población a quien la usan como escudo para lograr sus fines.
De buena fuente se conoce que, además de esta insuficiente sensibilidad social, malos ejemplos ha calado hondo en algunos grupillos, donde hoy se pretende que siga el desorden en la administración, creando el caos, usando la procacidad como disfraz para encubrir con un manto negro los delitos de sobrevaluar los precios en las compras de todo producto, delito que cometen personajes inveteradamente enquistados ocultamente en el poder gremial.
Para aproximarnos a mejorar tal situación, creemos que se debe formular todo un programa de nuevas metodologías para servidores públicos, a fin de reforzar los espacios humanos que se están perdiendo, porque sencillamente en el estudio sobre el comportamiento organizacional que se desarrolla en las oficinas laborales, abunda el empirismo y eso debe terminar.
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