Asunta Santillán Bartra
Derecho, Ambiente y Recursos Naturales – DAR
En el mes de setiembre el directorio de Perúpetro anunció la promoción de nuevos lotes de Hidrocarburos en el país, aprobando luego la delimitación de 36 lotes que formarán parte de un nuevo proceso de selección de empresas para la exploración y explotación de Hidrocarburos. Sin embargo hay que recordar que, sumado a ello, existen actualmente numerosos proyectos de Hidrocarburos en el Perú, algunos por iniciar su etapa de exploración o explotación.
Dada la gran cantidad de lotes que están promoviendo y el impacto que generarán este conjunto de lotes, el Ministerio de energía y Minas tiene la obligación de elevar los estándares sociales y ambientales en la actividad de Hidrocarburos en la Amazonía. Ello debe aplicarlo tanto en los lotes que iniciarán sus actividades como en los nuevos lotes anunciados por Perúpetro, a los cuales debe exigirse, de manera temprana, el cumplimiento de estas «mejores prácticas».
Al respecto, nuestra legislación nacional establece que «en la elaboración de los EIA se utilizarán procedimientos y metodologías actualizados e internacionalmente aceptados en la industria de Hidrocarburos, compatibles con la protección del ambiente y conforme a las mejores técnicas reconocidas de gestión y manejo ambiental» (Segunda Disposición Complementaria del Reglamento para la Protección Ambiental en las Actividades de Hidrocarburos, D.S. 015-2006-EM).
Actualmente, los proyectos petroleros que se están desarrollando en la Amazonía provocan impactos ambientales y sociales, dado que involucra la construcción de múltiples plataformas de perforación, varios kilómetros de trochas y caminos, así como extensas áreas para el pase de los ductos. Justamente el propósito fundamental de las mejores prácticas es (i) la prohibición de la construcción de caminos y de campos permanentes fuera de las orillas de los ríos navegables. (ii) la implementación del «ducto verde» que minimiza el ancho del derecho de vía (DDV) de los ductos. (iii) la maximización del uso de herramientas remotas en la etapa de exploración y la limitación del uso de la sísmica donde haya el potencial demostrado de depósitos y (iv) el uso de la perforación ERD, que permite perforar pozos con un desplazamiento horizontal de 8 km o más, tecnología que hace factible la prohibición de caminos dentro de la selva.
Hablar de buenas prácticas en el Perú ya no resulta lejano, algunas de estas fueron implementadas por el Proyecto Camisea, en donde no hay campos permanentes fuera de las orillas de los ríos navegables y no hay caminos entre las plataformas de producción y la estación central de procesamiento Malvinas. Asimismo, se utiliza una técnica de «ducto verde» entre las plataformas de producción Cashiriari y Malvinas. Sin embargo, estas buenas prácticas no se pudieron implementar en operaciones importantes y de gran envergadura como el Lote 67, ubicado en Loreto (con grandes reservas de petróleo probadas).
Finalmente, según especialistas como Bill Powers, promotor y conocedor de las mejores prácticas en la actividad de Hidrocarburos a nivel mundial, el costo de incorporar las buenas prácticas no varía significativamente del costo de un proyecto tradicional. Independientemente de la inversión que involucre, el Estado y las empresas deben considerar que el uso de buenas prácticas puede ayudar a minimizar los impactos ambientales y evitar que se generen nuevos conflictos socio-ambientales.
el compromiso no es solo para las empresas, si no de todos, de los ciudadanos y trabajadores que somos testigos del gran valor natural que garantiza la vida de todos los seres vivos