- La civilización y evangelización de la Amazonía del Perú se inició en Borja.
Habiendo fracasado durante más de un siglo las diversas expediciones organizadas en búsqueda del quimerico “Dorado” y el “País de la Canela”, en 1619 el capitán español Diego de Vaca de Vega recibió la autorización del Virrey del Perú Francisco de Borja y Aragón, quien era nieto de San Francisco de Borja, para explorar y colonizar los entonces desconocidos territorios de la extensa Amazonía del imperio español.
Diego de Vaca de Vega acompañado de una numerosa comitiva de hombres y mujeres deseosos de labrar un mejor destino – que aparentaba ser prometedor-, erigieron la que sería el primer asentamiento virreynal en la entrada de la entonces conocida como “Mancharichi Punku” o “La puerta del Miedo”, por los grandes peligros que enfrentaban quienes se atrevían a cruzarlo.
Este lugar se conoce hoy como el Pongo de Manseriche. Según testimonios que se conservaron en el imaginario de moradores del lugar, fueron centenares de vidas que se perdieron en dicho lugar.
Además, su llamativo nombre deriva de la temida presencia, al otro lado del Pongo, de la etnia de los Jibaros, que ocupan un lugar en los anales del mundo por haber sido indomables guerreros de indeclinable valor, y por sus prácticas de canibalismo y la extraña costumbre de ser “Reducidores” de cabezas humanas.
A su vez, a este otro lado del Marañon, habitaba otra etnia igualmente belicosa y con prácticas brutales como el canibalismo (los Maynas).
San Francisco de Borja fue destruida varias veces indistintamente por ambas etnias; restableciéndose otras tantas hasta 1638 (6 de enero de 1638), en que llegó los padres de la orden religiosa de los Jesuitas, quienes aceptaron la invitación del heredero de Diego de Vaca, esto es, don Pedro Vaca de la Cadena (quien heredó el patrimonio y el cargo de su padre).
Los primeros jesuitas que ingresaron a esta empresa de civilización y evangelización fueron Gaspar Cugía y Lucas de la Cueva (SJ).
Han sido los jesuitas los que -en rigor histórico- forjaron los primeros núcleos poblaciones (Reducciones) de los que derivaron casi la totalidad de ciudades y centros poblados de la Amazonía del Perú que hoy existen.
Así pues, desde 1638, partieron los jesuitas desde Borja hacia diferentes otros lugares de la Amazonía del Perú, fundando localidades (“Reducciones”) como Jeberos, Lagunas, San Joaquín de Omaguas, Yurimaguas, Iquitos, entre muchos otros.
Los padres Gaspar Cugía y Lucas de la Cueva (SJ), fueron los iniciadores de esta heroica misión de civilización y evangelización qué duró 130 años, hasta 1768, en que fueron expulsados de todos los dominios españoles.
Por lo apartado de la Amazonía, se hizo efectiva dicha expulsión en 1768.
Doce años después (febrero de 1780), llegó a San Joaquín de Omaguas el primer Gobernador de Maynas (Francisco Requena y Herrera) a hacerse cargo del legado territorial jesuítico. Este hombre fue providencial para que, a su regreso a España, gestionara y lograra que estos extensos territorios (500 mil km2 en la época) fueran reincorporados al Virreynato del Perú en 1802. Nuestra república heredó y peruanizó este territorio.