Mientras éramos chicos solíamos aventurarnos desde el centro de la ciudad de Iquitos por sus calles silenciosas de cemento y tierra hasta llegar a la famosa zona conocida como la Venecia loretana (en la zona baja de Belén), dónde mirábamos reflexivos, casitas flotando sobre el agua.
Era difícil elaborar una pregunta, menos esperábamos respuestas a lo que sin comprender observábamos. Cómo pueden vivir familias sobre el agua, sin luz y transportarse en pequeñas canoas que parecía que el agua estaba a punto de ingresar y ocasionar una hundida.
Aunque pudimos emocionarnos al escuchar gritos de felicidad, carcajadas y el bullicio del agua que resultaba del lanzamiento al agua de muchos niños y adolescentes. Tuvimos ganas de imitarlos, pero quedó ahí. Es que no llevamos más ropa, no sabíamos nadar y nuestros padres no sabían que estábamos allá, menos nos dieron permiso.
Sentimos pavor por Venecia cuando años atrás nos enteramos que al romper su cauce el río Amazonas podría la fuerza de la corriente desaparecer este humilde lugar y golpear duro la parte de la ribera de la ciudad de Iquitos, lo que es hoy el bulevar. El alcalde de la época experto navegante fluvial mandó dragar Padra Isla, ubicada frente a Iquitos, a la altura del pueblo que se llamaba Santa María – sector de Masusa, y evitó lo que podría haber sido una tragedia, pero no pudo evitar desaparecer a Santa María, aunque al parecer fueron advertidos y habría sido deshabitada antes de desbarrancarse.
En la actualidad los altos riesgos y desavenencias ocasionadas por la naturaleza siguen latentes, más con las condiciones del cambio climático, que en realidad serían eventos que ocurren cada 50, cada 100 o 200 años. Lo interesante es que más que nunca se vienen dejando registros de imágenes y documentario de lo que viene pasando.
Esto es a nivel mundial, por lo que estamos advertidos respecto a lo ocurrido en la ciudad de Valencia en España, dónde torrenciales lluvias similares a las que tenemos acá, pero por muy largas horas y con mayor cantidad de agua pluvial derramada, ocasionó desborde de ríos, todo un desastre con inundaciones sorpresivas, dejando hasta ayer más de 200 muertos.
Voces señalan que hace unos cien años hubo algo parecido, pero como a lo largo de las décadas varios sectores urbanizados se construyeron sobreponiéndose a terrenos inundables, el impacto fue terrible que de un momento a otro retomaron cauces antiguos.
Y nos viene a la mente nuestro Venecia, que en la actualidad no tiene en su totalidad las casas -balsas que inteligentemente se acomodaban al nivel de la creciente del río, sino casas de concreto desde el nivel de la tierra, lo que las hace vulnerables ante un evento similar a Valencia. Y ni qué decir de los pueblos jóvenes creados a partir invasiones y consolidados con levantamiento de rasantes.
Tiene que haber un plan de contingencia para reacciones rápidas. Estamos iniciando la temporada de creciente de los ríos. Deben activarse planes de contingencia, no solo en el papel, sino en el contexto del terreno de los probables hechos.