Una vez más la alerta viene de la zona fronteriza del río Putumayo, donde según denuncias verbales los disidentes de la guerrilla colombiana dedicada al narcotráfico, siguen siendo una permanente amenaza.
Esto es para la población que no se involucra en situaciones de sembrío de coca, ni de ninguna otra actividad ilícita, es la que vive en constante tensión y sus vidas corren peligro.
Las personas extranjeras armadas que se presentan entre 10 a 20 personas no les dejan vivir en paz, ni siquiera pueden denunciar lo que pasa en las comunidades fronterizas porque podrían ser ejecutadas.
Lo más impotente de toda esta situación es que para que haya una reacción en defensa de estos peruanos compatriotas nuestros, las autoridades del gobierno central necesitan los documentos de las denuncias.
Como nos comentaron, esto no va darse porque la población afectada teme por su vida. Señalan también que las autoridades militares e incluso de seguridad del Estado conocen lo que viene sucediendo.
Y es que el sentido común nos dice que ello debe ser así, es que no se puede concebir que no haya información de inteligencia de lo que ocurre con la incursión de exguerrilleros, con los sembríos de hoja de coca y las dragas de la minería ilegal que extrae oro.
Es triste que los peruanos loretanos que habitan en esas zonas no tengan la debida protección, pero, la otra realidad es que también hay paisanos que se involucran en los negocios ilícitos, y que para salir de ello necesitan proyectos alternativos, lo que hasta el momento, lo que hubo o hay no tiene el resultado positivo como para liberar la zona de la criminalidad y la delincuencia.