Estando al borde del cinco de junio, fecha señalada como día del desarrollo de la segunda vuelta electoral para definir cuál de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta ganará la posesión del mando presidencial por cinco años, gracias a la decisión de una ciudadanía lista a votar, pero necesitada de información sobre dicho tema.
Para el desarrollo del citado proceso, nos permitimos expresar algunas propuestas que consideramos necesarias, pues algunas de ellas fueron expuestas en el proceso del 90 con resultados positivos.
Como primera precaución hay que procurar garantías efectivas a favor de la neutralidad de los funcionarios, autoridades y servidores públicos, excluyéndose toda utilización de recursos del Estado, a favor de uno u otro candidato; a esto debe agregarse la no utilización de la publicidad estatal y obligar a los candidatos, a revelar el origen y montos de los recursos de cada candidato en la campaña.
Como requisito insoslayable debe existir un código de conducta que asegure la limpieza en la campaña, mediante una cultura de comportamiento ético y alturado por parte de ambos contendientes que deberán evitar el hostigamiento y la posibilidad de una guerra sucia o campaña de desprestigio personal durante la contienda.
Debe procurarse un acceso equitativo a los medios de comunicación tanto en los medios de propiedad del estado como privados. Asimismo, las entidades responsables del desarrollo del proceso deben estar exentas de toda duda o sospecha, desarrollando para ello un proceso de información que se refiera a las garantías de transparencia y fiscalización debida en el manejo de las actas y sistema de cómputo a emplearse.
Finalmente procurar promocionar la vigilancia ciudadana sustentada en más eficaces campañas públicas de capacitación a los miembros de mesa, personeros y votantes; quienes constituyen en definitiva los protagonistas de todos los procesos electorales.