Cada día que pasa la población peruana asiste a una especie de oraciones políticas, donde los candidatos a la presidencia hacen gala de sus dotes oratorias para convencer a la más ciudadana de una sinceridad que ni ellos mismos la creen, pues la mayoría de estaciones tocadas por los ofertantes, son cosa trillada en la cadena de promesas escuchadas desde que somos república.
Para tocar sólo una estación aludida en las líneas anteriores, señalemos la que ostenta mayor antigüedad, nos referimos a la que promete la independización del Poder Judicial, ámbito que desde la década del 50 pugna por lograr una autonomía necesaria, pero que pese a las repetitivas promesas de cientos de políticos, hasta ahora no logra debido a las aviesas posturas de quienes haciendo gala de una vocación retardataria, impiden tal hecho.
Si la memoria no nos es ingrata, recordamos que la primera ves que se habló de la independización del poder judicial, fue en el primer gobierno de Manuel Prado y Ugarteche, seguido posteriormente por Fernando Belaúnde Terry, y allí nomás muy tímidamente por el gobierno de facto, al mando de Francisco Morales Bermúdez; continuando después con Fernando Belaúnde en su segundo mandato,
Continuando con la cadena de mandos supremos, tenemos el gobierno de Alan García, donde se avanzó algo pero muy poco en el tema, que tomó un cariz diferente cuando asumió la presidencia del país, un emigrante japonés que ya sabemos a que derroteros llevó al Poder Judicial, ubicándolo en el punto máximo de desconfianza ciudadana, de la cual los actuales magistrados están procurando salir, desarrollando una labor decente-docente y, sobre todo, justa en el ámbito de su competencia.
Todo esto, al parecer, ha sido visualizado por algunos candidatos que en sus promesas electorales ubican como prioridad uno, la tan ansiada independización del Poder Judicial. ¿Les creemos?