Hoy en todo el país se celebra el Día del Periodista Peruano, instituido los 1 de octubre de cada año, de tal manera que estas 24 horas unas previas antes y otras después nos dedicamos especialmente a referirnos a este oficio, carrera u profesión; y así pululan los testimonios, los recuerdos, las reflexiones, las autocríticas y por cierto posturas de autosuficiencia que nunca faltan, siendo los desubicados del grupo.
Este es el día que en el Perú muchos se sienten amigables con la labor del periodismo en su conjunto, pero también hay quienes la desestiman por alguna experiencia negativa en cuanto al ejercicio de la función de informar, orientar y educar. Por algo sigue en vigencia el pensamiento que la señala como la más noble de las profesiones o también el más vil de los oficios. Es insostenible estar en el centro, la balanza de las acciones se tiene que inclinar necesariamente hacia uno de los lados.
Si tuviéramos que reflexionar sobre los aportes de los comunicadores al desarrollo de la ciudad y de la región, sin duda que encontraremos muchos logros, pero también nos decepcionaremos de que en las últimas décadas los formatos periodísticos no vienen siendo trabajados de la mejor manera, y cada vez son más los que nos lanzamos al ruedo con un sin número de improvisaciones.
Son muchos los factores de que ello haya estado sucediendo y que todavía esa sombra no se libra totalmente de nuestro camino como escribas y decidores, y que quienes asumen la responsabilidad social del significado noble del ser periodista lo tienen en agenda y se conoce de los esfuerzos por aportar al crecimiento positivo de las comunicaciones en general en nuestra región Loreto.
Estamos hablando del hombre y de la mujer que se desempeñan en esta función, de quienes han asumido esa responsabilidad en cualquiera de las circunstancias en la que se encontraran, muchas veces convertidas en apostolado cuando la nobleza de la acción exige. Otras veces convertidas en acciones ruines cuando de intereses subalternos se trate al momento de informar a la comunidad a la que se dirige.
El poder que se ejerce no tiene límite, el mismo se acuña el propio periodista o las leyes y reglamento que la regulan, aunque esto resulte relativo en sociedades donde la democracia endeble convierte muchas veces la acción periodística en sucesiones de libertinaje, amparándose en la libertad de prensa. Por eso hoy queremos inclinar nuestra preferencia a quienes buscan indesmayablemente cumplir con informar, orientar y educar; de forma entretenida, didáctica, amena y, en suma, entendible para el público al que se dirige con responsabilidad. Feliz Día y a seguir arando la tierra que los buenos frutos llegarán.





