Política como nos la enseña con erudición y talento el destacado líder político Héctor Vargas Haya, por definición es la ciencia del Estado, es la práctica de una doctrina ética orientada a tratar los asuntos públicos con sindéresis y en beneficio de la colectividad.
Política es docencia y decencia y pedagogía, escuela de enseñanza y aprendizaje, de respeto y de buena conducta. Entendida así, en su sentido estricto, es una disciplina sólo para los estadistas y no para los politiqueros y demagogos sedientos de poder y de conquistar fortunas a cualquier precio.
Por todo esto, estando ad portas de un proceso electoral que procurará un cambio radical en nuestra estructura partidaria, tenemos que empaparnos de tales principios y normas a la hora de elegir, pues ya es hora que evitemos la irreverencia de separar las palabras moral y política, porque en la mayoría de los casos, desde el inicio de la república, nunca anduvieron juntas dichas acepciones.
Fueron aventureros ineptos e indecentes los que desnaturalizaron el significado de tan noble actividad como es la política pretendiendo hacerla desprestigiada y hasta temida.
Existen aún destacados políticos, muy pocos por cierto, que ejercieron con pulcritud la labor congresal y que por decencia, no aceptaron formar parte del cuerpo fiscalizador al que fueron propuestos pues presumían que no todo marcharía como es debido y se curaron en salud, señalando que renunciar a una lista parlamentaria no es divorciarse de la política, al contrario, es acercarse más a ella, es decir a la legítima forma de practicarla desde la colectividad, desde el partido y desde todas las formas cívicas más elevadas.
Finalizamos diciendo que también se hace política renunciando a posiciones, absteniéndose cuando es oportuno, sin obstinarse egoístamente en apegarse a los privilegios.