Poemario «ENTRE SOMBRAS»

Crítica Literaria

 

Por Juan J. Saavedra Andáluz

En el campo de la literatura -y también en cualquier otro campo del conocimiento humano, ciencia, arte, Etc.; prender la primera antorcha que ilumine la capacidad creativa y dominio de la materia que uno ha elegido, está siempre sembrado de obstáculos y grandes dificultades. Luego, con la primera antorcha irradiando luz, se podrá encender otras hasta el límite que nos ponga la vida breve del hombre.

 

En el sendero literario, aparece la voz poética de Enrique Lorente Pastor, ciudadano español trashumante, caminante de mil geografías donde la aventura humana pone en sus manos guiadas por la Musa Polimpia sus intuiciones  filosóficas, convertidas en versos que expresan sus más caros sentimientos.

 

«Entre Sombras», es un compendio de 122 poemas estructurados a lo largo de muchos años, pues Lorente fue siempre un poeta desde muy corta edad, cuando dio a conocer sus primeras inquietudes que más tarde le llevarían a publicar su primera obra poética, que anuncia un espíritu sensible, profundamente humano, dotado no obstante de un temperamento rebelde, que nos canta imperativos categóricos en busca de la libertad, el más preciado don que Dios ha dado al hombre, según lo señalan sin espacios para la duda el Quijote de  la Mancha, en uno de sus coloquios con su Escudero Sancha Panza.

 

Enrique Lorente Pastor, nació en Zaragoza, España, a orillas del Ebro, una de las tres provincias del ex antiguo reino de Aragón, que libraron una fiera lucha contra hijos del Islám, a fin de expulsarlos definitivamente de su territorio, sometidos  unos ochocientos años.

 

De esta estirpe procede Enrique Lorente, heredero, sin duda, del genio del gran poeta español Teodoro Lorente (Llorente) nacido el siglo antepasado, cuya proficua obra como escritor ha dejado su imborrable impronta, donde destaca en el recuerdo el poemario «Florilegio»

 

La poesía de Enrique Lorente nos revela un ser humano en constante conflicto, donde llega a la condena de un segmento de la sociedad que habla de justicia, pero que ejerce el abuso y la injusticia.

 

Es curioso poder señalar aquí que, Lorente, nacido en 1958, esperó muchos años para vencer la impaciencia de ver publicada una de sus obras literarias proyectadas.

 

Y esto resulta destacable, pues la prisa arruinó a más de una creación poética o de otro género. Los estudios más serios sobre este tema señalan con la debida precisión que el cerebro humano alcanza su total equilibrio y con ello el desarrollo de su máxima potencialidad, entre los 50 y 65 años, etapa en donde la inteligencia, la creatividad y la capacidad de asimilar conocimientos es superior a cualquier otra edad, en la vida del ser humano.

 

Los versos cantan sentimientos encontrados, conflictos interiores, desasosiegos interminables. El poeta encara en una etapa de su vida, un pathos existencial demoledor, pero que ponen a prueba su decisión de ser libre, el temple de su indómito espíritu, hasta salir vencedor. Su desencanto de la sociedad puede verse en los siguientes versos:

 

«¿Para cuándo la prisión

Para los jueces sin alma?

Para fiscales que mienten,

Para políticos corruptos,

Para fuerzas del orden

Que roban con uniforme?

Para cuándo la prisión

Para los padres del dolor

Y la mentira…?

 

En un vuelo mental regresivo a miles de años, el poeta parece invocar la protección de la Diosa Maat, personificación de la verdad, la justicia, la ley y el orden, hoy atropellados de manera inmisericorde por una sociedad humana cada vez menos humana

 

En algunos versos aparece la reflexión profunda, el pensamiento filosófico despertado a fuerza de inenarrables tribulaciones, especialmente en las largas noches de invierno. Así, veamos como el martirio genera pensamientos sublimes, dignos de un elevado espíritu:

 

«Mariposa de la noche,

No confíes en la luz.

Primero quema tus alas,

Después te mata.

 

Vuela  muy lejos,

En el campo viven flores,

Tus alas vestirán de color.

Mariposa de la noche,

No confíes en la luz,

Que ciega y engaña.

Vuela a la luz del sol.

La luz artificial donde ahora estás

Primero, quema tus alas

Después ¡te mata!

Cuántas veces, en noches de tenebrosas vigilias, el dolido poeta esperó la barca en las orillas de Aqueronte. En busca de la libertad, había que intentar cruzar el rio de los infiernos. Sólo una oportunidad, pues nadie lo atravesó dos veces. Aquí, la muerte en vida, allá, muy lejos de sus orillas, lo desconocido, lo ignoto, donde la aventura se da  solamente una vez.

 

Pero no, había que esperar. Todo cambiaría, porque aun habiendo tanto odio, estaba presente el amor. La aparente eterna espera, habría de terminar, el callejón sin salida dejaría ver una puerta salvadora.

 

«Entre sombras» nos revela una creación poética contemporánea, no sólo en la forma sino, en sus aspectos muy reales de la sociedad actual. Los versos no recurren a rimas innecesarias, ni a formas, que por muy bellas que fueren, pertenecen al pasado. En los versos de Lorente hay ritmo, movimiento interior, musicalidad y se advierte en cada poema una intención didáctica, una advertencia y un canto abierto y sonoro en beneficio de los más sublimes sentimientos humanos, encarados como un no escuchado reclamo.

 

Veamos estos versos:

«Después de la vida, nada.

Después de la nada,

Seré abono de la tierra,

El tiempo dará una flor,

El viento esparcirá sus semillas,

De las semillas crecerá un jardín.

Después de la vida nada, después de la muerte ¡un jardín!

 

«Entre sombras», nos conduce al fragor de una batalla contra las injusticias, contra la carencia de sentimientos nobles, contra las malas artes de las que se vale el Destino para generar sufrimiento en la vida de los hombres. Pero también hay un camino de expresada ternura, esperanza en el amor, fe en mejores días.

 

Situaciones extremas, desventuras, esperanzas vagas, amor, ternura, desatada pasión son parte de este poemario destinado a todas las almas, a las piadosas, a las valientes, a las irredentas, a las de la tierra y a las que, habiendo partido a la nada, dejaron una huella llena de sentimientos, expresadas en sus vivencias.

 

En varios poemas se descubre un acendrado amor a una madre, a la pérdida de un amor ideal, a la innegable necesidad del ser humano de tener a su lado la ternura que hace vivir, que da sentido a la existencia. Y en medio de todo ello, aparece en los poemas una misteriosa y escurridiza Dulcinea, que alienta y ensombrece, en momentos diferentes, la atribulada existencia del poeta.

 

Aquí vemos algo inconfundible:

«Me falta tu cuerpo

Para curar mi locura.

Necesito tu veneno en la madrugada.

Quiero  sentir de nuevo

Placer en tu mirada, necesito tus ojos

Encendidos de pasión.

Sentir cómo tu herida

Vibra con mi melodía.

Subir al cielo,

Que nos mate el tiempo en noches eternas.

¿Por qué vivir en la noche fría?

 

«Entre sombras», por la fuerza y naturalidad en la composición poética, donde descubrimos un aherrojado pesimismo frente al futuro, con breves chispazos cuando arriba el optimismo, nos recuerda a los clásicos rusos cuya literatura es básicamente pesimista, dado el sufrimiento de sus protagonistas. Nos viene a la memoria FEDOR  Dostoievski,   Máximo Gorki, entre otros, que no obstante revelan la personalidad indómita y vigorosa del pueblo ruso, que puede verse en el agitado curso de su Historia, como en el del pueblo español.