Fernando Herman Moberg Tobies
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@FernandoMobergT
ACUERDO DE ESCLAVITUD
La deslealtad nos ha llevado a la máxima crisis de nuestra especie humana, porque por más evolución que seamos, no logramos conseguir estabilidad en lo que pensamos, decimos, hacemos, y supuestamente todo se basa en vivir sin conflictos, en tranquilidad, en mantener el ritmo de crecimiento personal y laboral, en la esperanza de que la democracia algún día sea real y en que las oportunidades realmente estén al servicio de todos.
No somos leales a nosotros mismos y cuando si nos conviene, lo somos con otros y a medias, pero no podemos juzgarnos tanto, porque parte de nuestro proceso evolutivo lo justifica en nuestra inmadurez funcional del cerebro que aún no aplica sus máximas expresiones, PERO para no descarriarnos por nuestros instintos primitivos, desde el principio de la sociedad (unión de individuos para coexistir) se ha asumido la GUÍA Y CONDUCCÓN de personas instruidas por la experiencia y el amor a su pueblo sin segundos beneficios, que han dirigido el destino y los estilos de vida de las personas que eran responsabilidad de sus conocimientos, lo que podría darnos a entender, que la realidad de cada ciudad o país hoy en día tiene que ver directamente con las decisiones de las autoridades estatales, que al pasar el tiempo, ha ido quedando en la historia la distorsión del poder que los ha consumido y que no respeta la naturaleza de la que provenimos.
Ahora la globalización nos somete a sus reglas, que podrían tal vez a largo plazo como siempre chorrear a las masas, al pueblo, y en corto plazo desbordar a la feliz minoría, los poderosos, pero más allá de esta dualidad de democracia que proclamamos representar, la crisis está en que se acepta las imposiciones del Primer Orden Mundial sin valorar nuestra realidad o negocia también nuestras ideas, y todo porque las autoridades se venden al dios que si hace que las cosas se den o desaparezcan, el dinero, negociaciones que no representan la voz del pueblo, ni su trascendencia.
Como es posible que habiendo aún miles de familias que solo consiguen un ingreso mensual de trescientos soles, y más de la mitad de la población a las justas llega al sueldo mínimo, consigamos acceder a mejor salud de la que ni siquiera tenemos, si es que con el acuerdo transpacífico, se prohibirá la comercialización de medicamentos genéricos que son económicos, y sólo se venderán los que sean de los laboratorios de las transnacionales autorizadas. La salud es una política de estado, hay mucho dinero de por medio, y por encima, una gran responsabilidad con las personas que se dice gobernar, dirigir, conducir, beneficiar, y no estamos viendo la posición de respaldo a un país, que no toda su gente tiene agua ni desagüe, casa propia, ni buena educación, ni accesos de comunicación eficientes, tenemos productos y alimentos caros, y las normas y leyes son aplicadas solo a los que no pueden comprar su dignidad.
No es justo, si hasta en nuestro himno dice que SOMOS LIBRES, que no podamos en un futuro utilizar nuestras propias SEMILLAS, para si es que no logramos encontrar algún trabajo, aunque sea podamos tener nuestra propia chacra para alimentarnos y fácil conseguir unas monedas sin tener que caer en la corrupción o en actos delictivos. Este Acuerdo Transpacífico, busca que las Transnacionales que ganen la Licitación, sean las que nos vendan los productos que por herencia cultural no nos cobra la naturaleza que nos brinda y pertenece.
Se desató una lucha para mejorar la educación por parte del gobierno, creando becas integrales y exigiendo la investigación, pero no logro entender la hipocresía o doble moral, cuando este acuerdo IMPONE que si alguien investigando encuentra la cura para algo, no podrá beneficiar al pueblo ni poder hacerlo efectivo, recién pasado más de veinte años, así sea mejor o más barato, ya que sólo se emplearán los métodos de las Transnacionales desde su firma hasta el fin del acuerdo. Y que el Perú, ni piense en renegociar las cláusulas, porque le cae una demanda internacional, donde se salvaguarda los intereses de los inversionistas por encima de la población.
Me da pena mi país y nuestra gente, nos maltratan como quieren, nos manipulan con novelas y series televisivas que nos impiden entender cómo funciona el verdadero sistema en el que vivimos, las autoridades mendigan rogando el voto de las masas, y cuando están adentro, dan la espalda a quienes hicieron que sus vidas puedan cambiar, y abren los brazos a la coima de los caramelos que son arrojados por los ricos calculadores, que después de tanto dulce, ya no importa la lealtad, sino la globalización de sus apellidos y cuentas bancarias, que los colocan en el juego del olimpo.
A dónde vamos a llegar como nación, si solo se sigue beneficiando al embudo invertido, la base ancha y descuidada es el pueblo unido que compra y usa lo que los de arriba, de la punta fina, ofrecen. Si se sigue vendiendo el país a extranjeros, volveremos a ser esclavos, parte de un Reinado con corona y métodos modernos camuflados, aprendidos y perfilados por generaciones, que igual someten a la desigualdad, y al servicio de «iluminados».
No podemos perder nuestra alma, por la avaricia que te lleva a la tumba sin bendición, no debemos permitir que nos sometan a ser el nuevo despertar de América y Europa para sus errores del pasado, exijamos nuestra libertad de proceso, donde la equivocación y el perjuicio sean una variable externa no esperada y no parte de la intención escondida que favorece los vacíos personales de carroñeros sin espíritu.
El Perú es un país maravilloso, por su gente que aún se conecta con la naturaleza para motivarse u olvidar algo que aqueja su conciencia, por nuestro caminar lento pero seguro, en unión con la familia y el entorno. Somos una especie a la que nos obligan a moldearnos a esquemas y poses que nos critican y censuran si nuestras costumbres no son erradicadas, y consiguen destruir nuestra autoestima social que es aprovechada por los políticos electorales. Capacitemos a nuestra gente, busquemos el conocimiento y seamos los mismos peruanos, unidos, los que demostremos al mundo que somos diferentes, seres unidos a la naturaleza y sus leyes sin intenciones, y que nosotros mismos podemos mejorar nuestra historia en conjunto y en DEMOCRACIA REAL PARA EL PUEBLO.